Leah Libresco, joven filósofa norteamericana, experta en ética, es ya famosa en la blogosfera atea y religiosa, tanto en inglés como en español, por su reciente conversión al catolicismo, desde un ateísmo que creía en una ética objetiva.
 
Desde que lo anunció en su blog hace unas semanas, ha recibido decenas de miles de visitas y también ha generado miles de comentarios en blogs y foros.

Se está preparando para el bautismo, y hay temas de moral y de doctrina que aún no tiene claros, como ella misma explica. Pero sí tiene claros algunos aspectos que ha vivido en carne propia, como el tipo de libros que le han ayudado y que pueden ayudar a otros ateos a entender mejor la propuesta cristiana.


"Cualquier intercambio de libros debería ser en doble dirección", comenta Leah en una entrevista en el blog Shameless Popery. "Pide a tu amigo que comparta contigo los libros, filosóficos o no, que hayan dado forma a su visión del mundo. Así adaptas tu mensaje a lo que tu amigo cree de verdad, no a un hombre de paja. Si los dos compartís recomendaciones y hacéis preguntas difíciles, tendréis en mayor estima vuestras posiciones y es de esperar que cuanto más honestas y serias sean vuestras preguntas, más fácil será que la verdad triunfe".

Ella tiene una lista de libros para compartir con personas sin fe: Mero Cristianismoy El Gran Divorcio, de C.S. Lewis; Ortodoxia, de G. K. Chesterton; Flatland (Planilandia, de Edwin Abbott, novela satírica de 1884); Gödel Escher Bach (de 1979, por Douglas Hofstadter), The Sequences (en LessWrong.org).

De estos, sólo los tres primeros son cristianos. Los otros son libros que ayudan a pensar de forma distinta, y que por lo general tienen mucho éxito entre matemáticos y físicos jóvenes. "Lo bueno de Planilandia es que enseña a pensar en cosas abstractas de una forma útil. Trata de un cuadrado que vive en un mundo de dos dimensiones y le visita una esfera. La esfera intenta explicarle las tres dimensiones, a él, que no puede experimentarlas directamente. Mientras el cuadrado aprende a pensar en tres dimensiones, el lector aprende a pensar en una topología cuatridimensional. Es una habilidad muy buena: intentar hacer predicciones sobre mundos o aspectos de mundos que no puedes experimentar personalmente".

Recomienda Gödel Escher Bach porque "es probablemente el libro más hermoso que he leído y, de nuevo, es muy bueno suscitando el pensamiento crítico al trabajar con un entendimiento conceptual de las matemáticas, la computación y la música".

En cuanto a The Sequences, en LessWrong, no se limitan a enumerar los límites o prejuicios cognitivos (algo que, dice Leah, puedes encontrar simplemente en Wikipedia), sino que además "dedican mucho tiempo a intentar imaginar estrategias prácticas para ir más allá".


"Toda la apologética del mundo será de poca ayuda si el interlocutor no está interesado en pensar en metafísica, filosofía o ética, y creo que estas recomendaciones pueden ayudar a la gente a enamorarse de la Verdad, que es una puerta de enganche hacia Cristo", afirma Leah.

En un campo más fácil de leer, a Leah le ayudaron dos libros de C.S. Lewis: Cartas del Diablo a su Sobrino y El Gran Divorcio. "Eran bastante buenos a la hora de señalar mis fallos morales, incluyendo algunos que yo no pensaba que fuesen debilidades. Eran un buen contrapunto a la filosofía moral abstracta que yo leía".


A Leah le parece que la llamada "Apuesta de Pascal" es el tipo de argumento más débil a favor del teísmo. Viene a decir que hay que vivir como si Dios existiese, con todas las exigencias de su ley moral, puesto que, después de todo, no se pierde nada siendo virtuoso, y si Dios existe, se gana todo (la Vida Eterna). Leah opina que en esa línea "estás siendo negligente con la gente a la que puedes dañar siguiendo dictados morales falsos, porque no todos los mandamientos son tan relativamente inofensivos como la dieta kosher, por ejemplo".

Pero en general no ve muy útil la apologética meramente teísta: "el teísmo que la gente tiende a proponer es demasiado genérico para ser útil. Mucho de ese teísmo parece simplemente un Dios rellena-huecos".

También le parece débil el argumento (popularizado por Chesterton y más antiguo aún) de que la Iglesia Católica "no podría haber durado tanto a través de tantos escándalos sin una Protección Divina", y que esto le hace ser porrtadora de la verdad. "El Imperio Romano podría haber usado el mismo argumento... hasta que ya no pudiera", señala.

[A esto, blogueros amigos como el católico Brandon Vogt señalan que la Iglesia ha durado mucho más y ha llegado mucho más lejos que el Imperio Romano; otros podrían añadir que no lo ha hecho primordialmente por la fuerza de las armas, y que hoy, más extensa que nunca, la Iglesia no tiene ejércitos y crece, pese a ser perseguida violentamente en muchos países].

A Leah le gusta mucho del catolicismo su defensa de una Tradición Sagrada y una estructura institucional que permite debatir y entender las promesas de la Escritura. Es posible así crear un foro de debate para interpretar la enseñanza que Dios ha dado "sin caer en un todo vale en el que cualquiera funciona básicamente como un profeta", que es lo que le recrimina al "Sola Scriptura" protestante.

"Lo más emocionante", explica la joven filósofa que aún está por bautizar, "es acceder a la gracia a través de los sacramentos. Es como una excepción a la entropía moral". Y como santa preferida tiene a la filósofa y conversa Santa Catalina de Alejandría: "el emperador pagano le envió teólogos y filósofos a hablar con ella y estuvieron debatiendo hasta que todos se rindieron y se convirtieron..¡me encanta!"


En cuanto a las dificultades que afronta, las hay de distintos tipos. Por ejemplo, "hay cosas que no están abiertas al escrutinio, como la Inmaculada Concepción". Pero son las cosas que implican un cambio en la vida cotidiana las que ella pide que la Iglesia explica mejor.

Un tema importante que plantea es el de la homosexualidad. "Una cosa es que yo personalmente deje de salir con chicas mientras espero una explicación -y tengo el lujo de ser bisexual- pero mis amigos "queer" sienten que me estoy aliando con una institución que quiere romper sus familias".

Y añade, como conversa en camino: "cuando hago preguntas, es preferible que la gente me dé explicaciones a que me acusen de desconfiar de la Iglesia o intentar colarme dentro como hereje. Cuando la gente pide la confianza más ferviente ante el primer signo de confusión, están robando a sus interlocutores la posibilidad de encontrarse realmente con la verdad que ostensiblemente defienden".