El camino sinodal en Alemania no es solo noticia en el país germano, sino que es seguido con preocupación por católicos de todo el mundo, desde el Vaticano -que esta semana se ha opuesto a la creación de un “Consejo Sinodal” paralelo a la jerarquía episcopal- hasta el plató de Red de Redes, el programa catequético de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) publicado en su canal de vídeos.

Los tres sacerdotes de Red de Redes, Jesús Silva, Patxi Bronchalo y Antonio María Domenech dedican este capítulo precisamente a analizar el Sínodo de la sinodalidad convocado por el papa Francisco, y cómo parte de los católicos alemanes se han servido de ese contexto para promover posturas contrarias al Catecismo a través de una estructura distinta, el llamado "camino sinodal alemán". 

¿“Caminar con” o “caminar sin”?

Domenech comienza explicando los orígenes de la palabra sínodo en griego: “caminar con”, y Silva destaca que el objetivo del papa era precisamente este, reflexionar sobre cómo caminar juntos en la Iglesia.

Advierte, no obstante, que una comisión de obispos, teólogos y laicos ha tratado de hacer suyo el Sínodo para tomar decisiones sobre cuestiones sobre cambios en la doctrina, sobre todo de tipo moral.

Entre ellas están cuestiones como permitir el celibato opcional, bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, abrir el sacerdocio a las mujeres o aceptar métodos anticonceptivos. “Son temas que desbordan totalmente la capacidad de cualquier diócesis o conferencia episcopal, porque pertenecen a la Iglesia Universal”, señala Silva, e ironiza que “se han tomado el Sínodo como caminar sin, en vez de caminar con”.

Conservar el depósito de la fe

“Para ser católico no basta con estar bautizado -señala Silva-, hay que estar en comunión con la tradición y el magisterio de la Iglesia”. Los tres sacerdotes insisten en la importancia de “conservar intacto el depósito de la fe”, como pedía san Pablo a Timoteo. “A lo largo de su historia -añade Bronchalo-, la Iglesia ha cambiado cosas no esenciales, pero lo sustancial no puede cambiar, porque viene dado por Dios”.

Los curas de Red de Redes hablan del llamado Camino Sinodal alemán, una iniciativa, como poco, confusa, distinta del Sínodo de la Sinodalidad.

Domenech lo explica con una metáfora deportiva -“Si no me gusta tirar triples en baloncesto porque no llego, ¡no pongo la línea más cerca!”-, y Silva llama a la necesidad de una metanoia, una conversión. “Cristo ha revelado una serie de verdades, y yo no adapto las cosas a lo que pienso, sino que cambio lo que pienso para que se adapte a la realidad”, dice. Defiende que esto “no es cerrazón, sino apertura de mente: la apertura a darte cuenta de que a lo mejor estás equivocado, y que no tienes toda la verdad”.

¿En la Iglesia cabemos todos?

Los tres curas se hacen esta pregunta, y Domenech dice que sí, siempre que se acepte el depósito de la fe. “Si no, no es que yo te cierre la puerta, sino que tú decides irte”, reflexiona. Silva, por su parte, previene de la “tentación grande de hacer un cristianismo más potable”, a la medida de un mundo secularizado que va en contra de los valores cristianos. Bronchalo añade que la experiencia de iglesias protestantes que se han secularizado no anima: “Aún va menos gente”, advierte.

Al tratar este tema, acuden al Evangelio y recuerdan el ejemplo de Jesús, que llamó a seguirle por una senda “estrecha”.

“Tras el discurso del pan de vida, en que Jesús explica la doctrina sobre la Eucaristía, muchos discípulos se marcharon, y Jesús no les dijo ‘¡Esperad! Voy a cambiar esto, a decir esto de otra manera’... No, les deja irse, y casi invita a marcharse también a los doce que se quedan”, relata Silva, y añade que “no es intransigencia, sino la esencia de la Iglesia”.

Un “abuso” de la autoridad sacerdotal

Silva advierte también de que la división en el seno de la Iglesia alemana está provocando sufrimiento, en primer lugar, a los católicos de Alemania, que ven la fractura entre los “modernistas” y quienes quieren permanecer fieles al papa y a la Iglesia. “Nosotros somos sacerdotes, hemos hecho un juramento de fidelidad, y cuando un fiel viene a nosotros no busca la opinión de Patxi, Antonio María o Jesús, sino qué dice la Iglesia”, apunta.

Y continúa: “Si yo, usando mi autoridad sacerdotal, transmitiese mi opinión, estaría cometiendo un abuso de poder”, porque estaría usando su posición para inculcar cosas distintas a aquellas con las que se comprometió.

“Por el humo se sabe dónde está el fuego”

¿Qué hacer, entonces? “Sobre todo, rezar por ellos”, apunta Domenech, y añade que hay que “entender que una cosa viene de la otra, y que por el humo se sabe dónde está el fuego”. El párroco comenta que en la esencia de la pretensión de cambiar la doctrina  puede haber una pérdida de fe.

“La fe -explica- es un don de Dios que tienes que cuidar, y si no lo cuidas lo pierdes, igual que la esperanza y la caridad; de la misma manera que hay sacerdotes que a veces perdemos la caridad, puede ser que haya obispos que a veces pierdan la fe”.

Silva añade que las iglesias que han roto con la tradición en temas de moral, “son flor de un día; acaban muriendo porque se separan de la vid, que es Cristo; no llega la savia y se acaban secando”. Bronchalo advierte contra el riesgo de caer en una ideología -una “ilusión marxista” de superioridad moral sobre lo anterior-, y dice también que “la Iglesia se ha reformado a lo largo de la Historia, pero no se ha roto: los cismas siempre han sido dramáticos”.

El sacerdote también cita a la socióloga Carle Zimmerman, quien advirtió de los tres pasos que se dan en la decadencia de una sociedad: primero, las familias dejan de ser depositarias; segundo, este legado se convierte en una serie de tradiciones o fiestas; tercero, la sociedad se atomiza. “Occidente -advierte Bronchalo- ha dejado de ser depositario”.

El episodio termina con cuatro recomendaciones: un santo -San Bernardo-, una película -Padre Pío: Entre el cielo y la tierra, de Giulio Base-, un libro -Luz del mundo, la entrevista a Benedicto XVI- y una experiencia. “A quien piense que la Iglesia ha de cambiar lo que dice, o que ha de decir esto o lo otro -dice Bronchalo-, le invito a ir a una casa de las Misioneras de Calcuta”.