El diario La Razón entrevista este domingo a Giovanni Maria Vian, director del diario vaticano L´Osservatore Romano, a modo de balance de la Jornada Mundial de la Juventud.


–Me quedo con la lluvia de la vigilia, cuando le preguntan dos veces al Papa si quería retirarse y él contestó que, estando los chicos y las chicas allí, se quedaba. Benedicto XVI ha estado muy contento durante todo el viaje. Se ha sentido muy bien acogido por los jóvenes y por las máximas instituciones de España. Ha sido muy importante la presencia del Rey, la Reina y los Príncipes de Asturias. La acogida ha sido extraordinaria, lo que desmiente muchas de las informaciones previas que hablaban de la situación de España.


–Es evidente que el Papa estaba muy contento. Habrá que esperar al discurso de fin de año, que él prepara personalmente, en el que hace un balance. Entonces sabremos exactamente lo que Benedicto XVI habrá retenido del encuentro y lo que piensa que ha aportado a la Iglesia. Lo que el Papa ha vivido lo hemos visto todos. Hay muchísimos jóvenes de todo el mundo que están a la espera de las palabras de sus pastores para ser fortalecidos en la fe.


–Poco a poco la gente se da cuenta de que el Papa excede los estereotipos. El hecho de que no sea sólo un Papa de palabras lo hemos escrito en L’Osservatore Romano en varias ocasiones. Con su manera de ser sencilla y tímida transmite mucho. Un episodio reciente que demuestra esta realidad tuvo lugar en la catedral de Zagreb. Después de su homilía la gente le brindó un aplauso muy largo, más de lo habitual. El Papa empezó a dar las gracias y a hacer gestos de deferencia con la cabeza. Cada vez que hacía esto los aplausos continuaban con más fuerza. Ocurrió varias veces hasta que se llegó a los siete minutos. El Papa se daba cuenta y sonreía. Es un pequeño episodio, pero muestra que no es sólo un gran teólogo, sino que sabe también conectar con todas las personas. Esto se ha visto muy claramente cuando se produjo la tormenta durante la vigilia de oración, mientras era protegido con aquellos paraguas blancos.


–Considero normal que las protestas sean noticia, pero por otra parte, es evidente que hay un prejuicio anticatólico. Se han llegado a extremos impensables que han indignado, y hay que utilizar esta palabra, incluso a un diario laico liberal de izquierdas como el británico The Guardian. Uno de sus comentaristas afirmaba que si fuese católico estaría muy enfadado con la BBC, porque llegó al extremo de dar la noticia de la manifestación contra el Papa silenciando la propia visita.

–El catolicismo en España sufre la misma situación que se vive en varios países de Europa occidental. Son naciones de antigua tradición católica que sufren una descristianización asumida como un desafío por parte de los católicos más sensibles. Se aprovecha esta situación de ignorancia del hecho religioso para profundizar en la propia fe, purificarla cuando es necesario y volver a evangelizar. Con esta idea nace el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, creado por Benedicto XVI siguiendo una idea de su antecesor. Con la JMJ los españoles se han dado cuenta de que la Iglesia católica es una realidad viva en el mundo. Una realidad positiva. Los jóvenes católicos tienen confianza en el futuro, lo que resulta esperanzador.


–Hay que tener en cuenta que dos de las visitas a España han coincidido con la organización del Encuentro Mundial de las Familias y con la JMJ. Es evidente que el Papa dedica una especial atención a España. Es un país con una importante tradición católica que ha dado mucho a la Iglesia y que puede dar todavía. España ha evangelizado medio mundo. Hasta en países como Estados Unidos el catolicismo está impregnado de un componente hispánico muy fuerte. Es importante que se reaviven las comunidades católicas.

–Habrá que medirlo con el tiempo. Es interesante un dato: más de un 70% de los jóvenes congregados en Madrid participaba por primera vez en una JMJ. No son, por tanto, turistas de las Jornadas. El perfil es el de un universitario de 22 años. No está mal. Ellos pueden representar el futuro de los países donde viven, no sólo el de la Iglesia.