A las ocho de la mañana del martes 16 comienza oficialmente la JMJ Madrid 2011, con la recogida de acreditaciones y mochilas por parte de los 450.000 jóvenes inscritos para la Jornada.

Y que, a tenor de experiencias pasadas y según las previsiones, se multiplicarán por tres en la asistencia a los actos. Así lo declaró el director de Comunicación de la JMJ, Rafael Rubio: "Estos dos días", añadió, "la avalancha de peregrinos va a ser tal que probablemente haya esperas e inconvenientes, pero va a ser una semana inolvidable y los inconvenientes merecerán la pena".

Así lo piensan también los 165.000 jóvenes que estos últimos días han estado repartidos por todas las diócesis españolas, y que en las misas del día de la Asunción fueron despedidos por los obispos respectivos para cubrir la última etapa del ansiado viaje.

"Hoy, que tenemos especialmente en el Ocidente europeo una cultura laicista que pretende que la fe y la religión no se vean en la convivencia social y se reduzcana la privacidad, hace falta que manifestemos públicamente nuestra fe y nuestra condición de cristianos", dijo el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, en la misa de la Sagrada Familia.

Por su parte, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, señaló que "es de justicia reconocer que los jóvenes de nuestra sociedad, por mucho influjo laicista que estén recibiendo, tienen más valores cristianos de lo que a primera vista cabría suponer".

En esta misma línea, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, recordó que esta juventud que va al encuentro con el Papa en Madrid, "no es una juventud reaccionaria que en nombre de la nada pretenda inútilmente cambiar el mundo, ni una juventud insolidaria a la que no le interesen los verdaderos problemas que hacen sufrir a las personas y a las familias".


Pero quien puso el dedo en la llaga que más duele a los laicistas que están intentando emborronar la visita del Papa, fue el organizador del evento. En la homilía de la festividad del 15 de agosto, la Virgen de la Paloma en Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela recordó que el Papa es "la única persona capaz de congregar a un millón de jóvenes de todo el mundo".

Es lo que realmente duele a quienes han llegado a instar a las autoridades a vigilar las palabras que pronuncie Benedicto XVI, o a organizar manifestaciones en su contra, o a protestar contra el gasto de un acontecimiento que incluso el vicesecretario general del PSOE y portavoz del Gobierno ha reconocido que generará ingresos y será bueno para la economía.