Sor Teresa Forcades ha publicado una tribuna en «Redes Cristinas» en la que pretende hacer frente a la petición del cardenal prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las sociedades de vida Apostólica, monseñor Franc Rodé, de que se retracte de sus opiniones favorables al aborto y haga una profesión expresa de adhesión al Magisterio de la Iglesia.

Sor Forcades, en su escrito, termina asegurando que «mi fe me hace dejar constancia de mi obediencia al Magisterio actual», pero mantiene que va a seguir planteando, «con la paz y libertad propia de los hijos de Dios»  su duda sobre «si puede ser lícito según la moral católica violar el derecho de autodeterminación de la madre para salvar la vida del hijo».


Según Forcades, este derecho «es un derecho fundamental que protege la dignidad de la persona humana y prohíbe bajo cualquier circunstancia y de forma absoluta que esa persona pueda ser utilizada como objeto, como un medio para conseguir un bien, aunqeu este bien sea salvar la vida de otra persona o incluso de la humanidad entera». Este principio es «tan sustancial y tan absoluto», prosigue, «como el derecho a la vida; de hecho, el derecho a la autodeterminación es el derecho a la vida espiritual: es lo que hace que la vida de las personas ser reconocida como algo más que vida biológica». Y remacha: «El derecho al aborto no existe. Lo que existe es una colisión, un choque, un conflicto de dos derechos fundamentales: el derecho a la autodeterminación de dos derechos fundamentales: el derecho de autodeterminación de la madre por un lado y el derecho a la vida del hijo, de otra».

En un intento de explicación parabólica, la monja compara el problema del aborto con el de la donación de riñones, asegurando que no se puede obligar a nadie a donar un riñón aunque por esa vía se salvara la vida de otra persona compatible.