Daniel Szwarcomi es un misionero oblato, de origen polaco, que vive en el Ártico canadiense. Uno de esos lugares extremos de la tierra en los que los pocos católicos que hay también viven la Cuaresma y celebran la Semana Santa, así como la vigilia pascual.

Un tiempo de Cuaresma un poco diferente al que vive el resto de cristianos en el mundo, debido, sobre todo, a las condiciones físicas del lugar. Con mucha nieve, esta no empieza a derretirse hasta junio, las temperaturas en Semana Santa pueden llegar a -40 grados centígrados. Así lo cuenta en la web polaca misyjne

El problema con la carne

En Naujaat, la localidad en la que reside el misionero, la iglesia se llena hasta los topes para la celebración de Miércoles de Ceniza. Ese día, el sacerdote intenta recordar a los fieles presentes la obligación de ayunar, aunque no resulta siempre fácil.

Ya que, los inuit no se caracterizan precisamente por ser vegetarianos. Por una sencilla razón: en aquel desierto helado, nada crece. La carne es el alimento principal, el pan de cada día. Sin embargo, cuentan con peces o focas cuya carne se permite comer en los días de ayuno cuaresmal.

"Una mujer me preguntó si las salchichas eran carne y, otra, si lo era también la carne picada. Es gente que desea ayunar y, estas preguntas demuestran cómo de en serio se lo toman", comenta el sacerdote.

La celebración del Triduo Pascual tampoco es fácil, sobre todo la Vigilia Pascual. "De acuerdo con las normas, esta liturgia debe comenzar después del anochecer. Pero, en el Ártico, especialmente en lugares por encima del Círculo Polar Ártico, en abril ya es de día, por lo que habría que esperar hasta septiembre para que anochezca", explica.

Aquí puedes ver cómo es la vida en la localidad del misionero oblato.

Y, añade: "Recuerdo la Pascua en Pond Inlet, nuestra misión más al norte, donde el Sábado Santo cerrábamos todas las ventanas para crear la oscuridad en el lucernario", explica. 

El misionero polaco realiza su labor en una de las 31 parroquias de la diócesis de Churchill-Bahía de Hudson, en el centro de Canadá, que tiene 10.000 católicos, un 30% de la población local. Fue el sacerdote Emmanuel Duplain (1892-1972) el primero que visitó a los inuit de Naujaat en 1925. En 1933 se fundó la misión y el padre Theophile Didier (1910-1986), a cargo de la misión desde 1947, tradujo la Biblia al Inuktituk.