El científico y meteorólogo católico de la NASA Robert Mullenax ha presenciado en multitud de ocasiones cómo es vivir la Navidad en la que posiblemente es la capilla más recóndita del mundo: la Capilla de las Nieves.

Y es que esta es una de las pocas capillas de toda la Antártida, el continente más frío y seco del planeta.

Sus orígenes se remontan a la década de 1950, durante la construcción de la estación de McMurdo como parte del Programa Antártico de los Estados Unidos. En un principio, los planes no incluían ninguna capilla como parte del complejo, pero un capellán y varios trabajadores comenzaron a construir el templo religiosos con sus propias manos.

Desde entonces y hasta la actualidad,  tras varias catástrofes, incendios y derrumbamientos,  la capilla original se ha ido reconstruyendo y reubicándose a lo largo del complejo.

Hasta julio de 2015, la Capilla de las Nieves era una de las pocas que impartía los sacramentos periódicamente. Desde aquel año, su último capellán, Dan Doyle, se vio obligado a abandonar el puesto. Ahora acuden sacerdotes que son enviados puntualmente por la diócesis de Christchurch. Michael Smith es uno de ellos. 

El meteorólogo de la NASA relata que esta capilla es, con toda probabilidad, "el único lugar del mundo en el que hay que usar gafas de sol dentro de la iglesia al ir a la misa `del gallo´ por el brillo del sol".

El meteorólogo de la NASA Robert Mullenax ha frecuentado la Capilla de las Nieves en la Antártida y trabaja por su permanencia en la estación de McMurdo (Imagen: NASA).

"La capilla de las Nieves está orientada al sur y a media noche, cuando el sol no se pone -debido a la localización geográfica-,  es de día las 24 horas y la luz entra por la ventana situada detrás del altar", explica Mullenax a Catholic News Agency. "Si tuvieras los ojos sensibles, podrías usar las gafas de sol dentro", reitera.

Debido a su trabajo, son más de 8 los viajes que ha tenido que  realizar el meteorólogo a la estación de la Antártida desde 1993. Los viajes suelen comenzar en noviembre y se prolongan durante dos o tres meses, por lo que ha pasado varias navidades allí.

Cuenta que las primeras Navidades que pasó fuera de su hogar fueron especialmente difíciles porque sus hijos, residentes en Texas, aún eran pequeños.

El científico relata como la capilla de las Nieves consoló sus tristeza durante aquellos días. Hasta 2019,  fecha de sus últimas navidades en la Antártida, Mullenax pudo recibir la Comunión en la capilla cuando los sacerdotes de la diócesis de Christchurch se trasladaban hasta este recóndito lugar para administrar los sacramentos. 

Sin embargo, como anunció  la propia diócesis, la cada vez más reducida asistencia de fieles a la capilla motivó el fin de la asistencia religiosa en la capilla, y actualmente se debate su futuro.

Desde 2015 no hay una presencia continuada de sacerdotes en la Capilla de las Nieves, que son enviados periódicamente por la diócesis de Christchurch, como es el caso de Michael Smith (Imagen: Flickr-Ignatian Camino & Antarctica).

Una capilla importante para la fe en la Antártida

 

Mullenax, junto con los otros católicos de la estación de McMurdo, continúan frecuentando la capilla cuando viajan a la estación y aunque ya no hay capellanes, los mismos fieles acuden a rezar y celebrar los fragmentos litúrgicos que les están permitidos.

"Obviamente no hay Eucaristía, solo hacemos la Liturgia de la Palabra", explicó Mullenax. "Esta último años también celebramos la lectura del Oficio Divino (la Liturgia de las horas) en las primeras horas de la mañana junto con algunas oraciones".

"Cantamos la Salve al final de estas oraciones y [en 2019] un capellán protestante se unió a nosotros en este último canto, lo que me pareció muy bueno", recuerda el meteorólogo.

Debido a la reducida población de la propia estación y el lugar donde se encuentra, se está planteando una reubicación de la capilla que podría afectar negativamente a los fieles.

El propio Mullenax considera que el nuevo proyecto no se diferenciaría mucho de una capilla de aeropuerto u hospital, con espacio para "poco más de tres personas".

Por ello, el meteorólogo forma parte de una campaña para mantener la capilla actual y evitar su demolición. Ambas, explica, se encuentran paralizadas con motivo del coronavirus, lo que da esperanza al meteorólogo de la NASA y al resto de fieles de la estación.

"Es muy importante para las personas que asisten [al continente y la estación] para poder tener encuentros comunitarios y un lugar para celebrar adecuadamente", afirma.

Breve recorrido por el interior de una de las capillas más recónditas del mundo, en la Antártida.