La atribulada diócesis de Rumbek, en Sudán del Sur, organizó un grupo de 60 peregrinos que han caminado 300 kilómetros durante 9 días para llegar a encontrarse con el Papa Francisco en Juba, la capital del país. La mayoría son mujeres vestidas de blanco con pañuelos en la cabeza.

Rumbek es bastante conocida en Italia y en el mundo misionero por su anterior obispo, el italiano Cesare Mazzolari, que impulsó en el país misiones, pozos y equipos de electricidad, y el obispo actual, el también italiano Christian Carlassare, que nada más llegar fue tiroteado y ha necesitado 6 operaciones médicas para recuperarse y poder tomar posesión del cargo.

 En la primera década de este siglo sufrió además de ataques continuados de milicias islamistas janjaweed llegadas de Darfur. Es un pueblo que desea paz. En Rumbek los católicos son minoría, unos 200.000, el 12% de la población de su zona.

"Con el Espíritu no te cansas"

"Me duelen los pies, pero no estoy tan cansada. Cuando el Espíritu está contigo, no te cansas", explica a la BBC una de las peregrinas, NightRose Falea. "No me hubiera perdido de venir a Juba por nada. Estamos aquí para recibir las bendiciones del Papa. Confío en que con sus bendiciones las cosas cambiarán para este país".

"Caminamos unas cuantas horas cada día y luego pasábamos la noche en las parroquias de los centros donde estábamos. Fue agotador pero valió la pena", explica otra de las caminantes, Faith Biel. Las últimas millas combinaron polvo, cansancio y canciones alegres.

Peregrinos de Rumbek llegan a Juba caminando 300 kilómetros en 9 días para ver al Papa.

A medida que entraban en la capital, se les fueron sumando más personas, intrigadas por la música y el baile de los peregrinos, con ropa ya sucia, pies con ampollas y labios agrietados, pero que no dejan de moverse con ritmo alegre. Desplegaron una pancarta anunciando de donde venían.

En la parroquia de Santa Teresa de Juba les reciben con comida y refrescos y más cantos y bailes.

"Cuando has olido la muerte y la desesperación..."

Una mujer explica a la BBC que vale la pena volcarse en orar y trabajar por la paz. “Cuando has olido y visto la muerte y la desesperación, entonces buscas la paz con todas tus fuerzas”, explicó. "He perdido bastante, pero en el camino vi amor y todos hablamos un idioma: el de la paz. Realmente rezo para que, incluso después de que el Papa se vaya, sigamos siendo así".

Esta mujer expresa la esperanza de muchos en Sudán del Sur, golpeado por enfrentamientos entre etnias. El Papa, asegura ella, "es un profeta y cualquier cosa que ore en los próximos días, mientras esté en nuestro suelo, se cumplirá. Las cosas serán diferentes. Seremos un solo pueblo”.