En Turín se venera un lienzo de 4,36m de largo por 1,10 de ancho en el que aparece ―en negativo― la imagen anterior y posterior de un hombre de tipología semita, crucificado a la manera romana.
Según una tradición secular, se trata de la tela (sábana = síndone) en la que estuvo envuelto el cuerpo de Jesús desde que fue sepultado hasta su resurrección. Desde 1356 su historia está perfectamente documentada: reaparece en manos de Godofredo de Charny, emparentado con el gran Maestre de los Templarios, pasa por diversas manos y lugares hasta que los Saboya lo guardaron en su castillo de Chambéry en 1502.

Desde 1578 el lienzo permanece en la capilla de esta familia en Turín y en 1982 fue donado a la Santa Sede. Con anterioridad a todo esto, diversos indicios señalan su presencia en Edesa (Siria) hasta que en el siglo VI fue llevado a Constantinopla, donde desaparece a comienzos del siglo XIII con ocasión de la toma de la ciudad por los Cruzados.


Qué se ve en el lienzo
— La imagen doble ―anterior y posterior― y en negativo de un hombre de raza semita crucificado según la costumbre romana.
            
— Tanto en las estructuras anatómicas del cuerpo, como en las facciones de su cara, asombra su naturalidad y realismo que no se encuentra en ninguna representación artística anterior al Renacimiento;

— En la imagen del crucificado se observan con claridad las señales de las bolas de plomo del flagelo, las llagas de las manos, de los pies, del costado y de haber llevado una corona de espinas en la cabeza. Encontramos incluso aquellas cosas que los romanos no acostumbraban a hacer en las crucifixiones y a Jesús se las hicieron como consta en el relato de los evangelistas (la flagelación sistemática; la coronación de espinas y la lanzada, presencia de mirra y áloe usada en el entierro). El crucificado del Lienzo fue ejecutado como un criminal en la cruz y, sin embargo, fue enterrado con honor, embalsamado a medias y envuelto en una fina sábana. En Palestina, como los ejecutados no podían quedar en la cruz, les rompían las piernas y, una vez muertos, los echaban en una fosa común, porque los familiares no se atrevían a pedir el cadáver, por la vergüenza e ignominia que significaba este suplicio.

— La imagen del Lienzo está en negativo, cuando este fenómeno no se conocía, ni se sabía que existía, hasta la aparición de la fotografía en el siglo XIX. Se comporta, a su vez, como un negativo, pues al hacerle una fotografía, obtenemos directamente el positivo;

— La imagen tiene la propiedad de tridimensionalidad, propiedad que no tiene pintura ni fotografía alguna. Esta sería una de las mayores pruebas de que es infalsificable.

Los distintos traumatólogos y forenses que lo han estudiado afirman, además, que:

―      El hombre cuya imagen aparece en el Lienzo fue crucificado como los romanos solían hacerlo, es decir, las manos clavadas por el carpo o muñeca (espacio de Destot) y los pies por encima de la línea de Lisfranc, entre el segundo y tercer metatarsiano;

―      Los restos de sangre postmortem existentes en el Lienzo, corresponden al grupo sanguíneo AB, muy frecuente entre los semitas y sefardíes;


¿Cómo se imprimió esta imagen?
Todos los científicos están de acuerdo: no existe rastro alguno de pintura. La imagen no traspasa el hilo, sino que está sobre las primeras fibrillas. De haber sido hecho con pintura, hubiera empapado el hilo, por finísimo que fuera el pincel.

Ante la inexistencia de pintura, probado científicamente, ¿cómo se ha podido hacer esta imagen en negativo fotográfico y tridimensional? No es pintura ni tampoco inversión de color. No es un calco, ni tampoco un estampado. Es sencillamente un auténtico negativo de un cadáver que ha estado allí.

Al tratar de explicar la existencia de esta imagen, se han dado varias teorías que no convencen a nadie porque, cuando se ha tratado de llevarlas a la práctica, no han dado el resultado que se esperaba. De ahí que el profesor Stevenson haya dicho: «Es una imagen que científicamente no debería existir y sin embargo existe».
Cuestiones pendientes de explicación

Por eso, cualquier hipótesis que se proponga para explicar el origen y naturaleza de la figura que vemos en la Sábana Santa tendrá que dar cuenta, al menos, de las siguientes cuestiones:

1.      Por qué la imagen está en negativo, cuando este fenómeno no se sabía que existía y solo se conoció cuando llegó la fotografía en el siglo XIX. Además, de haber sido fabricado o pintado el negativo, deben saber que científicamente es imposible que en una tela pueda hacerse un negativo y se comporte como tal. Y en el Lienzo así sucede.

2.      ¿Por qué la imagen presenta la característica de la tridimensionalidad cuando no lo posee pintura ni fotografía alguna?

3.      Puesto que científicamente no existe rastro alguno de pintura, ¿cómo y quién hizo esa imagen? ¿Cómo es que no está “impregnado” de la imagen del crucificado el hilo entero, sino solo las primeras fibrillas del hilo?
 


4.      ¿Cómo se hizo una imagen con tanto realismo cuando durante la Edad Media no se pintaba así?

5.      ¿Cómo se explica el pasmoso paralelismo entre la imagen del Lienzo y lo que dicen los evangelios, sobre todo en aquellas cosas que no pueden verse a simple vista, como por ejemplo las microhemorragias en el rostro del crucificado, los restos de salivazos, la presencia de áloe y mirra, etc., en la tela?

6.      ¿Quién pudo pintar dos monedas, una en cada párpado, invisibles a simple vista, monedas acuñadas por Pilato y en curso entre el año 29 al 32 de nuestra era?

7.      ¿Por qué existen pólenes y esporas de plantas exclusivas de Palestina, y alguna de ellas ya desaparecidas hace muchos siglos? Junto con esto, ¿por qué los pólenes, además de Palestina, Urfa, Constantinopla, Lirey, Chambéry, etc., es decir, de aquellos lugares por donde ha pasado el Lienzo?

8.      ¿Cómo se explican las letras del mentón y rostro del crucificado del Lienzo, descubiertas por Pietro Ugoliti y estudiadas por Aldo Marastoni: IBER... S NAZARE... INNECE? ¿así como la inscripción que, según todos los calígrafos, no sobrepasa el siglo XI?

9.      ¿Qué explicación pueden dar a los chorros de sangre que hay en la frente del crucificado del Lienzo que, según la Medicina legal, uno es de sangre arterial y el otro de sangre venosa? Porque el que lo hiciera, en el supuesto de que se tratara de una pintura tenía que conocer la fisiología de la sangre arterial y venosa, cosa que no se descubrió hasta el año 1628, por Wiliam Arguye. Para todos los profesores forenses, esto es el sello de autenticidad, porque no hay posibilidad científica alguna de que esos regueros hayan sido hechos antes de esa fecha por ningún artista, pues no se tenía conocimiento de ello.


Ante el breve resumen aquí expuesto, cada cual es libre de pensar como quiera. El Lienzo no es objeto de fe. Pero también hay que ser sinceros. No es justo ni racional, negar una cosa sin razones ni pruebas.


Pero el hecho de que la Sábana Santa no sea una verdad de Fe, dogma cristiano, no quiere decir que no sea verdad. La autenticidad de la Sábana aparece probada por la Arqueología, la Medicina, la Bioquímica, la Numismática, la Palinología, etc. Y en la medida en que se comprueba su autenticidad “constituye un documento científico que confirma el dogma de la Resurrección” (padre Loring, S.J.)