En Alemania del Este, la zona más descristianizada del país y empobrecida tras décadas de control comunista, se ha consolidado el poder electoral de la formación populista anti-inmigración AfD (Alternativa para Alemania) nacida hace 3 años como una formación euroescéptica.

En las elecciones de este 13 de marzo AfD se ha colocado como segunda fuerza política en Sajonia-Anhalt con el 24,2% de los votos frente al 29,8 de la CDU de la canciller Angela Merkel, y tercera fuerza tanto en Baden-Wurtemberg -con el 15,1%, por detrás de Los Verdes (30,3%) y la CDU (27%)- y también en Renania-Palatinado -con el 12,4% frente a los socialistas del SPD (36,2%) y la CDU (31,8%).

Mientras los electores de estos estados votaban, el diario conservador Frankfurter Allgemeine publicaba este domingo una entrevista con el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, el cardenal Reinhard Marx, en la que advertía: «Un cristiano no puede dar su voto a nadie que propague el odio o que predique el racismo, no puede respaldar esquemas políticos o sociales excluyentes».

Marx denunciaba en esa entrevista que el debate político «se haya vuelto tan desinhibido», refiriéndose a manifestaciones en algunas ciudades alemanas (como Leipzig esta misma semana) en las que se muestran símbolos del Tercer Reich y en las que se ha grita sin complejos «¡Heil Hitler!».

Sobre las diferencias de criterio sobre la acogida de refugiados entre Merkel y sus socios de la Unión Socialcristiana (CSU) bávara, el cardenal afirma que son «cuando menos irritantes».

Marx, que es arzobispo de Múnich, capital de Baviera, la región más católica de Alemania, rebate las posiciones de la CSU, asegura que limitar la entrada de refugiados «no es una solución al problema» y añade: «yo preferiría que en una situación tan complicada como esta, el gobierno actuase desde la unidad y desde la confianza en el otro».

También comenta el caso de un sacerdote alemán de origen congoleño que se ha visto obligado a abandonar su parroquia de Zorneding, en Baviera, tras recibir reiteradas amenazas de muerte a causa de su raza. «Como obispo he debido respetar su decisión, aunque lamento su marcha», dice.