Repitamos esta oración varias veces, lentamente, hasta que sintamos cómo el Espíritu Santo toca con su amor nuestro interior: 

"¡Oh llama de amor viva 
que tiernamente hieres 
el más profundo centro 
de mi alma, 
tú que no eres esquiva 
acaba ya si quieres, 
rompe la tela 
de este dulce encuentro!"

San Juan de la Cruz