La Torre Espacio, que se alza con una altura de 236 metros, alberga en su planta 33 una capilla que tiene el honor de ser la más alta de toda España, y posiblemente del mundo, a 135 metros sobre el nivel del suelo. En el tiempo que lleva en funcionamiento, el santuario se ha convertido en un refugio espiritual para los devotos que asisten a diario para rezar sus oraciones. «Hay formas de cuidar el cuerpo, así que, ¿porqué no vamos a cuidar el espíritu?», cuestiona Javier Martínez, directivo del Grupo Villar Mir (propietario del edificio) y uno de los promotores de esta iniciativa.

En principio en este recinto, que algunos ya han bautizado como «la iglesia más cercana a Dios» la Santa Misa se celebraba dos días a la semana, martes y jueves. Ante la petición popular, los horarios se ampliaron para toda la semana, excepto los jueves, y actualmente la capilla se llena con unas 30 personas, que es precisamente la capacidad máxima de asistentes que pueden seguir la celebración sentados en esta iglesia de 150 metros cuadrados. De pie pueden seguir los oficios otros 30 fieles más.

Los miércoles un grupo reza un rosario de altura y, además, los dueños del rascacielos pretenden que esta sala del edificio albergue también retiros y otros ejercicios espirituales.

En Torre Espacio no sólo la altura de la capilla es especial. La sala está presidida por la imagen de un Cristo que parece suspendido sobre el fondo de edificios de la ciudad de Madrid y que también puede verse desde el exterior. Ya han bautizado a la planta 33 del rascacielos como el faro del «Cristo de Torre Espacio».

En la planta 33, en un edificio de 236 metros, la iglesia de Torre Espacio está abierta todo el día para sus empleados.

Don Manuel Sánchez, venezolano de nacimiento, llega cada día media hora antes para celebrar la Santa Misa en su particular y acogedora capilla. Siempre dispuesto a compartir la palabra de Dios, nunca imaginó que el lugar al que le iban a destinar hace algo más de un año estaba a 135 metros del suelo y le iba a convertir en el párroco de la iglesia más alta de España. La idea de crear una capilla en la planta 33 de Torre Espacio, la más cercana al cielo, surgió espontáneamente de Javier Martínez Castañeda, director general de Pacadar –empresa del Grupo Villar Mir, propietaria del edificio– y fue bien acogida por el presidente del grupo, Juan Miguel Villar Mir, que le buscó un lugar más que digno en el edificio.

Querían que la instalación de su particular capilla se pudiera realizar en las mejores condiciones. Con las «altas esferas» conformes, también se realizó una encuesta entre los trabajadores del rascacielos en la que quedó reflejado el gran interés de la plantilla por tener un rincón para poder rezar al margen del estrés cotidiano.

El proyecto iba a salir adelante, ya sólo restaba elegir la mejor ubicación y la situación escogida para la capilla de uno de los cuatro rascacielos de la ampliación del Paseo de la Castellana no fue coincidencia, la 33 es la planta a la que tiene acceso el resto del edificio por medio de sus ascensores.

Don Manuel Sánchez, el capellán, explica que «su ubicación no fue casualidad y que originariamente se trataba de un refugio contra incendios». Además, asegura, recibió con entusiasmo la notificación de su nuevo espacio de trabajo. Su destino le pilló completamente por sorpresa, pensaba que lo más probable era que le destinaran a un hospital o una parroquia corriente, no a uno de los edificios más altos de Madrid.

La iniciativa ha causado un revuelo positivo y, según explica su capellán, «hay otros grupos empresariales que quieren imitar la idea». Se han interesado por la idea puesta en marcha en el rascacielos y puede que el futuro de los edificios de oficinas pase por tener un espacio dedicado al cultivo del espíritu de sus trabajadores. Así lo ha hecho ya, por ejemplo, Telefónica en sus instalaciones en el barrio de Las Tablas. La empresa de telecomunicaciones ha dispuesto una sala multiusos para que se puedan oficiar misas en el interior de su complejo empresarial todos los laborables excepto los miércoles a las 14:15 horas, explicó Ignacio Andreu, párroco de esta instalación.

En Torre Espacio la capilla estaba pensada inicialmente para las necesidades de los empleados del rascacielos, que cuentan con una parroquia en la avenida Monforte de Lemos, a dos kilómetros del edificio de oficinas. Demasiado lejos para compatibilizar su labor con su devoción.

Allí, en la Parroquia Santa María de Val, celebra también la Eucaristía don Manuel, tras salir a las 9 de Torre Espacio. Dos lugares muy distintos con una cosa en común. «Todos estamos ávidos de la palabra de Dios, pero es verdad que el lugar influye», dice, «no es lo mismo hablar para personas mayores que para empresarios, hay que adaptar el discurso».

A pesar de estas diferencias, don Manuel se muestra siempre entusiasmado por la idea novedosa, ya que «no es habitual ver una capilla en un edificio de oficinas». El párroco está siempre disponible para confesar minutos antes de la celebración de la misa y puede asistir gente de fuera del edificio, previa autorización a través del e-mail de la capilla a causa de las medidas de seguridad de la torre.

El edificio es sede del Grupo Villar Mir, que ocupa un 40 por ciento y en él están instaladas las embajadas de Inglaterra, Australia, Canadá y Holanda. El resto son oficinas para alquilar. Además, cuenta con servicios como restaurante, gimnasio, y espacios de descanso para cubrir las necesidades de los trabajadores. Actualmente está ocupado un 85%, superado por la Torre Sacyr, que ocupó recientemente el edificio en su totalidad.

- En la planta 33 de Torre Espacio luce día y noche un cuadrado. Se trata de una pantalla de led (bombillas frías) que se enciende y apaga intermitentemente indicando incluso a los ciudadanos que están a varios kilómetros de distancia el lugar donde abre sus puertas la capilla del rascacielos.

- El faro del Sagrario, de color verde, es una referencia para los fieles que ven en él la representación de Dios que les acompaña. Fue idea de Tomás García Madrid, consejero delegado de Villar Mir y «ha tenido un éxito brutal porque tiene mucha visibilidad hacia el norte de la capital», explica Javier Martínez, directivo del grupo. Siempre que está encendida la luz significa que el Señor está reservado en el Sagrario. Pero curiosamente «en Semana Santa cuando se retira el Sagrario, recibimos muchas llamadas porque creen que se ha fundido», concluye.