Este martes se pone a la venta la edición en español de Yo fui gay (LibrosLibres), de Luca di Tolve, una historia conmovedora contada por su protagonista. Su publicación en Italia sacudió el conformista panorama -tan generalizado en Europa- que acepta sin rechistar la ideología homosexualista y su pretensión de que no es posible dejar de sentir atracción por el mismo sexo. Estas páginas son la prueba palpable de que sí, y su valor no reside solo en mostrarnos cómo nace esa atracción y cómo llega a nuclear en torno a sí la personalidad, los actos y el futuro de alguien, sino en convertirse en una ventana al ambiente en la realidad que menos interesa a lobby gay que se conozca.


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Abandonado por su padre siendo niño, con una relación con su madre y  el mundo femenino en la que faltó equilibrio, Luca di Tolve vio cuestionada su propia identidad y en la adolescencia se inició en la vida homosexual. Su historia encaja en el modelo arquetípico que proponen tanto el doctor Joseph Nicolosi, fallecido este año, como el pscicoterapeuta Richard Cohen para explicar el surgimiento de los sentimientos homosexuales.


Con los años Luca di Tolve llegó a ser Míster Gay y a adquirir cierta celebridad en ese ámbito, donde alcanzó un elevado nivel de vida organizando fiestas y espectáculos y aceptando formas sutiles y no tan sutiles de prostitución. En una sorda rebelión contra su padre y contra Dios, no rechazó ningún tipo de transgresión ni desenfreno. Delicada pero claramente, en Yo fui gay encontramos la descripción de un modo de vida que casi nunca responde al significado originario de la palabra inglesa gay: alegre.

En los años 90 el sida empezó a llevarse por delante a los mejores amigos de Luca, y él mismo dio positivo en el test del VIH. El cariño con el que habla de algunos de sus compañeros, como el transexual Belladonna, a quien acompañó hasta su final, deshace cualquier intento de caracterizar estas páginas como "homófobas".

Pero lo cierto es que estas experiencias rompieron por fin en Luca la aparente seguridad en sí mismo que le había convertido en un cierto referente para la comunidad en Italia. Un venturoso encuentro con una doctora que le encaminó hacia el doctor Nicolosi le convenció de que necesitaba hacer un alto en la carrera enloquecida de su vida, en la que comenzaba a aparecer un peligroso hastío existencial.


Inició entonces un proceso de reflexión psicológica y conversión espiritual que le llevó a descubrir y a sanar sus viejas heridas, a reapropiarse de su masculinidad y a volver a la heterosexualidad. Un camino largo y duro, jalonado de dudas y recaídas, que tuvo su momento decisivo en su reencuentro con Jesucristo. Años después se hacía verdad la petición que hizo al Señor el día de su Confirmación, siendo aún niño: "Haz que todo me pueda suceder en mi vida, menos separarme de Ti. Párteme en dos si quieres, pero no permitas que  me aleje definitivamente de ti".

Y Dios escuchó esa oración, haciendo de forma que el alejamiento que en verdad existía no fuese, según había pedido Luca en su oración, definitivo. "Algo sobrenatural vibró claramente dentro de mí", cuenta para explicar los primeros barruntos de su conversión, durante una visita a Asís siguiendo a un chico de quien se había enamorado. El impulso final le llegó en Medjugorge de la mano de la Virgen María. 


Luca podía haberse puesto a resguardo a partir de entonces para restaurar en silencio y soledad todos los rotos de su pasado. Prefirió, sin embargo, poner la lámpara sobre el celemín, según el modelo evangélico, y ayudar a muchas otras personas con un itinerario parecido. Ha fundado el Grupo Lot  y la casa de espiritualidad Sant'Obizio, iniciativas a las que consagra todo su tiempo.

Y su peripecia personal inspiró una canción emblemática ya para todos aquellos que han superado o quieren superar la atracción por el mismo sexo: Luca era gay, de Piova, segundo premio en el Festival de San Remo 2009.



Yo fui gay es el desgarrador relato de todos estos años de sufrimiento interior enmascarado por el éxito (social y económico), en una búsqueda infructuosa del amor auténtico. Pero es también un esplendoroso testimonio de esperanza y renacimiento interior, porque Luca terminó encontrando ese amor. En su esposa, Teresa, y en la hija que tuvieron ambos. En la Madre de Dios, protectora en los momentos más difíciles. Y en Dios mismo, Jesucristo, fundamento de su alegría.

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