JESÚS, YO CONFÍO EN TI

¿Por qué te confundes y te agitas

ante los problemas de la vida?

Porque a veces los problemas me sobrepasan, no les veo solución, me agobian tanto que no veo nada más que los problemas.

Déjame el cuidado de tus cosas

y todo te irá mejor.

Dime cómo se hace eso, Señor, y lo haré.

Cuando te abandones en Mí,

todo se resolverá con tranquilidad,

según mis designios.

Concédeme la gracia del abandono confiado en ti, yo quiero eso, abandonarme en Ti, recuperar la paz, tener una confianza tan enorme en Ti que ningún problema me angustie nunca más, que los reveses de la vida no me paralicen.

No te desesperes.

¡Ay, Señor! ¡Eso es lo que quiero, no desesperarme, mantener la serenidad, pero no me sale! Por eso necesito que intervengas.

No me dirijas una oración agitada,

como si quisieras exigirme el

cumplimiento de tus deseos.

No, no, eso nunca, yo te expreso mis deseos, te cuento lo que necesito, lo que creo que me hace falta pero sabes de sobra que siempre termino mi oración con tus palabras en Getsemaní: que pase de mí este cáliz pero que no se haga mi voluntad, sino la Tuya. Y te lo digo convencida de que Tú ves más allá del árbol que no me deja ver el bosque, y que sabes qué es lo mejor para mí y sólo quieres para mí cosas buenas.

Cierra los ojos del alma

y dime con calma:

Jesús, yo confío en Ti”

Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti.

Evita las preocupaciones

angustiosas y los pensamientos

sobre lo que puede suceder después.

¡Ojalá pudiera! Esos pensamientos y preocupaciones angustiosos se me vienen solos a la cabeza, yo procuro poner los cinco sentidos en cada cosa que hago pero no funciona, mi mente está desbordada de preocupación y angustia, de incertidumbre acerca del futuro inmediato y no me cabe más información. Quisiera poder resetear mi cerebro y mandar a la papelera de reciclaje todos esos pensamientos angustiosos para dejar espacio libre a la esperanza, la paz, la serenidad y la confianza en Ti. Pero no soy capaz, por eso necesito tu ayuda.

No estropees mis planes

queriéndome imponer tus ideas.

No quiero imponerte nada, ya te lo he dicho, yo te cuento mis deseos, mis ilusiones, mis necesidades, pero ¿quién soy yo para imponerte nada, si te he entregado mi vida, mis pensamientos, mis obras, todo mi ser?

Déjame ser Dios

y actuar con Libertad.

Sí, Señor, te dejo ser Dios y actuar con libertad pero si no te importa… ¿podrías actuar más rápido?

Ya sabes que no te lo digo en mal plan, sino porque no tengo paciencia, es tanta mi necesidad de seguridad que esta inestabilidad mina mi resistencia. Yo querría que mis problemas se solucionaran YA pero soy sincera cuando te digo “cuando Tú quieras, como Tú quieras, lo que Tú quieras”.

Abandónate confiadamente en Mí.

Ese es mi deseo, pon Tú la confianza que a mí me falta, la fe que a mí me falta.

Reposa en Mí, y deja

en Mis Manos tu futuro.

¡Eso quiero! ¡Estoy tan cansada…! Me encantaría reposar en ti confiadamente y poder decirte con todo mi ser: dejo mi futuro en tus manos. Pero me parece que te lo digo con la boca pequeña porque noto que me falta fe, ¡aumenta Tú mi fe!

Dime frecuentemente:

Jesús, yo confío en Ti”.

Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti.

Lo que más daño te hace es tu

razonamiento, tus propias ideas,

y querer resolver las cosas a tu manera.

Te creo, Señor, porque no razono sino que estoy atascada en mi situación complicada, sólo se me ocurren ideas negativas o malas ideas y cuando he querido resolver las cosas a mi manera he metido la pata.

Cuando me dices

Jesús, yo confío en Ti”

no seas como el paciente que le pide al médico

que lo cure… pero le sugiere el modo de hacerlo.

No, no, eso no, te dejo, te dejo, haz lo que tengas que hacer y como lo hayas pensado.

Déjate llevar en Mis Brazos divinos.

¡Sí, como una niña pequeñita en brazos de su papá, sabiéndome a salvo.

No tengas miedo.

¡No quiero tener miedo nunca más! Señor, por favor, regálame ese no tener miedo porque sé que soy la niña de tus ojos y me llevas en brazos.

¡Yo te amo!

Yo también te amo, Señor, pero soy tan imperfecta, tengo tantos defectos, meto tanto la pata… que termino no creyendo en mí misma y desanimándome del todo.

Si crees que las cosas se empeoran

o se complican a pesar de tu oración,

¡sigue confiando!

Sí, claro, para ti es fácil decirlo pero para mí es muy difícil confiar en medio de la tormenta, ya te lo he dicho, y aun así ejercito la confianza todos los días, trato de no tener miedo y todo lo que hemos hablado pero sí, a pesar de mi oración, a pesar de mis esfuerzos por hacer las cosas bien, no veo que nada se arregle sino que se me pone todavía más difícil. ¿Cómo porras voy a confiar? ¡¡¡Yo quiero pero es como si no pudiera!!!

¡Cierra los ojos del alma y confía!

Continúa diciéndome a toda hora:

Jesús, yo confío en Ti”

Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti.

Necesito las manos libres para poder obrar.

Te dejo las manos libres, Señor.

No te ates con tus preocupaciones

inútiles. Satanás quiere eso: agitarte,

angustiarte, quitarte la paz.

Pues lo está consiguiendo...

¡Confía sólo en Mí! ¡Abandónate a Mí!

Yo hago los milagros en la proporción

del abandono y confianza que tienes en Mí.

Lo sé, lo he leído muchas veces en el Evangelio, la fe de la persona es lo que te mueve a hacer el milagro que te pide. Yo quiero tener mucha mucha fe para que Tú puedas hacer los milagros que estoy necesitando.

Así que no te preocupes.

Eso quiero, mi Jesús, eso quiero.

Echa en Mí todas tus angustias

y duerme tranquilo.

Algunas veces lo he conseguido, meterme en la cama, echar sobre ti todas mis preocupaciones, confiar y dormir tranquila, ¡y es una gozada!

Dime siempre:

Jesús, yo confío en Ti”

Y verás grandes milagros.

Te lo prometo por mi Amor.

Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti. Jesús, yo confío en Ti.