TARDA 200 AÑOS

Por la debilidad de la naturaleza humana,
los remedios son siempre más lentos que los males.
- Cayo Cornelio Tácito-

          Un mariscal francés acompañaba al director de los servicios forestales de su nación en un viaje de inspección por el norte de África. Le indicaron que el lugar por donde pasaban había estado lleno de cedros gigantescos que habían sido talados hacía poco tiempo. El mariscal insinuó que sería conveniente repoblar la zona con otros nuevos. Alguno del séquito le dijo:

 —Señor, un cedro tarda en alcanzar esa altura por lo menos doscientos años.

—Razón de más, caballeros —repuso el mariscal— para que empecemos a hacerlo cuanto antes.

          El árbol cuanto antes se siembra, antes dará fruto. Y si es un árbol que tarda mucho en fructificar, razón de más para darse prisa en sembrarlo.

          Lo mismo ocurre con cualquier trabajo o tarea que debamos hacer: cuanto más difícil y laborioso, antes hay que ponerse a hacerlo.

          Ante la mala situación social que nos toca vivir, hay dos posturas: avestruz o diligencia. O miramos para otro lado intentando ignorar la realidad mientras nos justificamos con el consabido: «no haya nada que hacer», o nos arremangamos y nos ponemos manos a la obra cuanto antes.

          La experiencia demuestra que, normalmente, casi todos los obstáculos se pueden vencer trabajando con entusiasmo y perseverando con constancia.

          Nos hacemos responsables cuando recuperamos esa cualidad llamada tenacidad, que se fundamenta en la conciencia del valer del propio esfuerzo y en la esperanza del éxito final.

          Y para encontrar soluciones, para hallar remedios, no hace falta ser un fuera de serie o un genio. Un genio con tenacidad obrará maravillas, sin dudas; pero un talento corriente con una gran fuerza de voluntad, también. El genio más rápidamente; el tenaz con más seguridad.

          El talento es luz; el carácter, fuerza. La luz es necesaria para ver; el carácter es fuerza para andar. La luz muestra los tropiezos, la tenacidad los vence.

         Tenemos que educarnos para la acción. ¿Cómo? Actuando, es el único método práctico y realista.  ¿Recordáis a D. Bosco?

          —¿Cómo forma a sus colaboradores?

         —Echándolos a la piscina.

          ¿Que todo está muy mal? ¿Que el mal nos supera? ¿Que no tengo fuerzas para tanto? ¿Que qué puedo hacer? Empezar ya a poner remedios porque, a lo mejor, la solución requiere tiempo, aunque no sean doscientos años.