Autor: Carlos J. Díaz Rodríguez

Introducción:

La Virgen María en atención al contexto histórico y cultural de cada latitud del mundo se presenta de una forma distinta. Es decir, a través de las diferentes advocaciones que forman parte de la Mariología. En María, encontramos a una mujer que contempló a Cristo en sus diferentes facetas y que, desde ahí, nos transmite o comunica lo contemplado para que también nosotros seamos capaces de entrar en contacto con él.

A continuación, nos acercaremos brevemente al ícono de María Madre de la Divina Gracia que nos presenta la Sierva de Dios Ana María Gómez Campos F.Sp.S., como una proyección de su rica y profunda experiencia de fe.

Ana María Gómez Campos:

La M. Ana María, nació el 5 de julio de 1894 en la Ciudad de México y murió el 24 de marzo de 1985 en el mismo lugar. A lo largo de sus noventa años de vida, buscó vivir e identificarse con Cristo Sacerdote y Víctima. Junto con el Venerable P. Félix de Jesús Rougier, fundó la congregación de las Hijas del Espíritu Santo el 12 de enero de 1924. El ícono de María, Madre de la Divina Gracia, apareció en su camino justo antes de llevar a cabo la fundación. La Sierva de Dios recibió el ícono que nos ocupa a través de un hecho que se tradujo en una fuerte experiencia mística. Según investigaciones posteriores, la imagen de María, como Madre de la Divina Gracia, se presentó entre el año de 1922 y 1923, pues en aquel periodo la M. Ana Ma. se encontraba en un proceso de intenso discernimiento sobre la conveniencia de fundar o no la congregación que le había solicitado el P. Félix Rougier.

Origen y significado de la imagen:

En el V Capítulo General de la congregación, la M. Ana Ma., dio lectura a un escrito que tenía entre sus apuntes sobre la visión y significado de la imagen:

“Vi a la Sma. Virgen hermosísima, sentada en un trono real. ¡Qué modestia! Sus ojos inclinados hacia el suelo, su cabeza adorable cubierta con un mando, suavemente inclinada…

¡Me pareció ideal! Con esos dos títulos: MADRE Y REINA. Pero más Madre que Reina.

En su brazo izquierdo sostenía al Niño Jesús, lindísimo.

Los vi en un lugar alto, muy alto. No sé cómo llegué hasta donde ellos estaban, y de rodillas me acerqué al oído del Niño Jesús y le dije: “Yo te pido con toda el alma, si es de tu agrado la Obra”. No me contestó. Inclinó su cabeza adorable a ver el rostro de su Madre y pedirle su consentimiento.

La encantadora Virgen no pronunció palabra: únicamente pude ver dibujada en sus labios una suave y ligera sonrisa muy significativa…

El Niño sólo me miró diciéndome: ¿Has entendido? ¡Todo lo comprendí al instante con luz meridiana! ¡La Obra era de su agrado! ¡Se realizaría a pesar de todo! (Apuntes autobiográficos de la Sierva de Dios Ana María Gómez Campos, página 53)".

No vio a María con los ojos humanos, sino a partir de aquella mirada interior que nunca falta en la vida de aquellos que profundizan en su relación con Dios. A través del icono, es decir, de Mater como se le llama cariñosamente, la M. Ana Ma. descubrió que Dios quería la fundación de la obra. María, como intercesora, se convirtió en un puente de comunicación entre él y quien más tarde sería la fundadora de un nuevo instituto religioso femenino, cuyos alcances han llegado a un sinnúmero de laicos.

Los elementos del ícono:

Se encuentra sentada y con una corona pues se trata de una reina, aunque se le antepone el título de madre. Tiene en sus brazos al niño Jesús, lo cual, a su vez, nos revela la profundidad de su espíritu maternal y sacerdotal. Viste con los colores blanco y azul. El primero significa la pureza y el segundo la piedad con la que intercede por todos y cada uno de sus hijos e hijas. Tiene la mano derecha extendida ya que ella es como un puente por el que transitan los dones y frutos del Espíritu Santo. Su cabeza está inclinada porque sabe escuchar y guardar la palabra de Dios. La margarita que tiene el niño en su mano izquierda representa, no solo a la congregación, sino a todos los laicos con los que las Hijas del Espíritu Santo comparten un mismo carisma, en clave de comunión y unidad.

Conclusión:

Lo importante del icono de María, como Madre de la Divina Gracia, es el significado que trae consigo. Por una parte, es una proyección de la experiencia que Dios fue formando y desarrollando en el interior de la M. Ana María y, por el otro lado, sintetiza claramente el estilo de vida de las Hijas del Espíritu Santo: ser formadoras de las nuevas generaciones en todo momento y en medio de los desafíos de cada lugar. Así como la Virgen María acompañó el crecimiento humano de Jesús, las religiosas y los laicos que tienen que ver con la congregación, deben trabajar creativamente por el desarrollo de la educación escolarizada y no escolarizada, siendo un eco de la huella mariana que ha quedado grabada en el carisma netamente sacerdotal que constituye el tesoro que Dios quiso depositar en la Iglesia a través del Venerable P. Félix de Jesús Rougier y de la Sierva de Dios Ana María Gómez Campos.

No se trata de una advocación nueva, pues ya existía en las letanías del rosario. Su novedad está en el hecho de haber sido nombrada “Madre de las vocaciones sacerdotales y religiosas” por San Juan Pablo II y cuya fiesta es el 12 de mayo. En resumen, Mater es un icono que evoca la necesidad de seguir impulsando la promoción vocacional a partir de una perspectiva amplia y abierta a los diferentes caminos que existen como parte del proyecto de Jesús, poniendo un acento especial en la vida religiosa y sacerdotal.

Bibliografía:

BRAMBILA Z. Amalia (1990), La Madrecita; biografía de la MRM. Ana María Gómez Campos, México, edición privada.