Una de las características que mejor identifica a nuestro Himno Nacional es el de su ausencia de letra, algo que amén de hacerlo único entre las marchas nacionales, ha de atribuirse no tanto según muchos dicen a la incapacidad de los españoles para ponerse de acuerdo ni siquiera para ponerle una letra a su himno, como a la propia historia de la marcha que ya conocemos ().
 
            No quiere ello decir, sin embargo, que no se hayan producido intentos más o menos afortunados de ponerle una letra al Himno. Si hubiera que destacar alguno de esos intentos, el Coronel Silvela que acompaña nuestros pasos cuando en estos procelosos caminos nos adentramos destaca dos. El primero el que más cerca estuvo de ver sus esfuerzos coronados con el éxito, el del gaditano José María Pemán (18971981), que reza así:
 
¡Viva España!
Alzad las frentes, hijos
del pueblo español,
que siempre ha de vivir.
¡Gloria a la Patria
que supo seguir
sobre el azul del mar
el caminar del sol!
¡Triunfa España!
Los yunques y las ruedas
canten al compás
un nuevo himno de fe.
Junto con ellos cantemos de pie
la vida nueva y fuerte
de trabajo y paz.
 
            Por cierto que “las frentes” es sustituído en algunas versiones por “los brazos”, en clara alusión al saludo falangista utilizado en muchos ambientes durante el Régimen Franquista.
 
            Estos son también algunos de los versos que compuso con parecida intención el barcelonés Eduardo Marquina (18791946):
 
¡Gloria, Gloria, corona de la Patria, soberana luz
que es oro en tu pendón!
¡Vida, vida, futuro de la Patria que en tus rojos es
abierto el corazón!
Púrpura y oro: bandera inmortal,
en tus colores juntos carne y alma están.
Púrpura y oro: querer y lograr,
tú eres bandera, el signo del humano afán.
 
¡Pide España! Tu nombre llevaremos donde quieras tú:
que honrarlo es nuestra ley
¡Manda, España, y unidos lucharemos porque vivas tu,
sin tregua pueblo y rey!
Una bandera gloriosa nos das:
nadie viviendo, España, nos la arrancará.
Para que un día nos pueda cubrir,
danos, España, el gozo de morir por ti.
 
¡Viva España! Del grito de la Patria la excepción triunfal.
Abrió camino al sol:
¡Viva España! Repiten veinte pueblos y al hablar dan fe
del ánimo español…
¡Marquen arado, martillo y clarín
su noble ritmo al grito de la Patria, fe!
Guía la mente a la mano hasta el fin,
y al “Viva España” asista toda España en pie.
 
            Muchos de Vds. recordarán el todavía reciente último intento de ponerle una letra al Himno Nacional, subsiguiente a la queja de muchos deportistas españoles por no poder cantar su himno mientras sí veían hacerlo a todos sus rivales. La iniciativa partió en este caso del Comité Olímpico Español que incluso pensó en algún momento en reunir las 500.000 firmas que requiere la presentación de una iniciativa legislativa popular y que había seleccionado la letra propuesta por Paulino Cubero, la cual, a pesar del intento de satisfacer todos los conceptos de lo políticamente correcto imperantes, no logró sin embargo superar las reticencias que en un sentido y en otro se opusieron desde muy distintas instancias. Rezaba así la letra en cuestión:
 
¡Viva España!
Cantemos todos juntos
con distinta voz
y un solo corazón
 
¡Viva España!
desde los verdes valles
al inmenso mar,
un himno de hermandad
 
Ama a la Patria
pues sabe abrazar,
bajo su cielo azul,
pueblos en libertad
 
Gloria a los hijos
que a la Historia dan
justicia y grandeza
democracia y paz.
 
            Dicho todo lo cual, tal vez lo más correcto sea aceptar de buen grado esa singularidad tan especial que hace a nuestro himno único y cantarlo sin letra desde el corazón y renunciar a hacerlo con los labios, como hacen los nacionales de cualquier otro país.
 
 
 
                Mi agradecimiento como en tantas otras ocasiones a Juan María Silvela Miláns del Bosch, autor del artículo “El Himno Nacional” en la Revista de Historia Militar.
 
 
            ©L.A.
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