El estadounidense es devoto de Tomás de Villanueva y del beato Anselmo Polanco
El guiño de León XIV a la fe martirial en España: las reliquias que porta en su cruz pectoral
La elección de estas reliquias señala el estilo pastoral que pretende imprimir a su pontificado.
La cruz pectoral que porta el nuevo Papa León XIV no solo es un símbolo de su investidura como Sumo Pontífice, sino también un testimonio de su profunda fe y pertenencia a la Orden de San Agustín.
En su interior guarda reliquias de cuatro figuras clave de la espiritualidad agustiniana: San Agustín, padre y doctor de la Iglesia; Santa Mónica, su madre y modelo de fe inquebrantable; Santo Tomás de Villanueva, destacado por su caridad y sabiduría; y el Beato Anselmo Polanco, mártir de la fe durante la persecución religiosa en España.
Este gesto, según ha podido confirmar ReL de fuentes de la orden agustina vinculadas a las causas de los mártires, es interpretado como una declaración de principios del nuevo Papa, que reivindica sus raíces y el legado espiritual de su orden religiosa.
La elección de estas reliquias no solo lo conecta con su historia personal como sacerdote y obispo agustino, sino que también señala el estilo pastoral que pretende imprimir a su pontificado: uno centrado en la humildad, la cercanía al pueblo y la fidelidad a la tradición.
De esta manera, León XIV inicia su camino como líder de la Iglesia Católica llevando al pecho no solo un objeto sagrado, sino la memoria viva de aquellos santos que marcaron su vocación y su servicio.
Mártir de la persecución religiosa en España
Anselmo Polanco fue uno de los 13 obispos mártires que murieron asesinados por el bando republicano en la persecución religiosa en España. Polanco fue hecho prisionero en Teruel, ciudad de la que era obispo. Fue trasladado a Barcelona a medida que avanzaba la contienda y el bando republicano perdía posiciones.
En 1939, cuando la caída de Cataluña era inminente, tanto a él como a un grupo de otros prisioneros les dijeron que los trasladaban a la localidad catalana de Rosas, en la costa. Llegados a la carretera de Les Escaules, se detuvieron y a mitad de camino, cercano el barranco de Can Tretze, fueron fusilados.
La cruz pectoral de León XIV (la misma que portaba como cardenal), con reliquias de S. Agustín, su madre Sta. Mónica y otros beatos agustinos.
Así puede volver a subrayarse lo que implican las reliquias: el mensaje católico no va solo del espíritu, sino de lo corporal. La… pic.twitter.com/1Zzz6TV5oF
Todos los cadáveres, incluido el del beato Polanco, fueron rociados con gasolina y quemados. Fue San Juan Pablo II quien a mitad de los 90 decidió beatificarlo y es precisamente un nuevo Papa, León XIV, el cardenal Prevost, quien ha querido llevarlo consigo en un momento de especial trascendencia.
Santo Tomás de Villanueva, "el limosnero de Dios"
El segundo santo español que lleva el nuevo Papa en su pecho es Santo Tomás de Villanueva. Es uno de los santos de mayor brillo en el santoral agustiniano. Nació en Fuenllana (España), un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real, en el año 1486.
La educación recibida de sus padres marcó en su alma una particular sensibilidad por los pobres. Más tarde, recibiría el título de “Limosnero de Dios” y “Arzobispo de los pobres”.
Los años en contacto con la Universidad de Alcalá, donde obtuvo el título de Maestro en artes, dejaron en Tomás una profunda huella humanística. De Alcalá pasó a Salamanca y aquí ingresó en el Convento de San Agustín, lugar de su profesión religiosa, que se celebró el 25 de noviembre de 1517.
Su mayor empeño era la vida de las comunidades y la observancia responsable de las normas. También promovió el envío de misioneros agustinos al Nuevo Mundo. Confesor y predicador de Carlos V, al quedar vacante la sede de Valencia fue propuesto – contra su voluntad- arzobispo de aquella diócesis mediterránea en 1544.
Fray Tomás encontró una diócesis abandonada después de más de un siglo sin obispo residencial. Visitó una a una todas las parroquias, convocó un sínodo en 1548, adelantándose a Trento fundó en 1550 el Colegio-seminario de la Presentación para atender la formación de clero, asistió a los menesterosos e intentó la evangelización de los moriscos.
Villanueva tenía una sensibilidad particular por los pobres.
El obispo agustino de Valencia vertía su formación universitaria en la predicación y en los escritos ascéticos y místicos. Sus fuentes preferidas eran la Biblia, los Padres de la Iglesia (con atención especial a San Agustín) y los autores espirituales de la época.
Murió en 1555. Fue declarado beato en 1618 por Pablo V y proclamado santo por Alejandro VII el 1 de noviembre de 1688. Por su celo apostólico, su doctrina, su atención a los pobres y sus intuiciones pastorales, ha pasado a la historia como modelo de obispo. Sus restos mortales se conservan en la catedral de Valencia.