Religión en Libertad

Con 87 años ha vestido a Juan Pablo, a Benedicto y Francisco: ya tiene sotana para la fumata blanca

Raniero Mancinelli ha confeccionado trajes para tres papas y trabaja con dedicación para el nuevo pontífice.

Raniero Mancinelli ha confeccionado trajes para tres papas y trabaja con dedicación para el nuevo pontífice.

José María Carrera Hurtado
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Redacción ReL

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Decenas de millones de clientes potenciales por televisión y decenas de miles en persona, a pocos metros: muchos sastres presupuestarían ingentes sumas de dinero para alcanzar una publicidad capaz de llegar a tales masas, pero a Raniero Mancinelli le basta su nombre y trayectoria. Vistió primero a San Juan Pablo II, después a Benedicto XVI y, desde 2013, lo hizo de forma simultánea también con Francisco. Tras tres pontificados, espera la culminación del cónclave comenzado este 7 de mayo de 2025 para ser formalmente el sastre del nuevo sucesor de Pedro, el pontífice número 261 de la Iglesia.

Como los más de 1300 millones de católicos, Mancinelli aún no conoce ni el nombre ni las medidas del nuevo pontífice, pero lo cierto es que sus atuendos ya son una realidad para el histórico sastre.

Entrevistado por el mexicano Desde la Fe, Mancinelli recuerda el momento en que comenzó como sastre religioso, aún sin esperar que vestiría a un pontífice y que sería de origen polaco.

Empecé siendo un niño, un jovencito. Comencé a hacer este trabajo allá por los años 58 o 59”, recuerda.

Con tono amable y sereno, cuenta que su trayectoria fue gradual, construyéndose paso a paso y sirviendo primero a muchos sacerdotes: “A lo largo del tiempo, algunos de ellos llegaron a ser obispos, otros fueron nombrados cardenales”… y de entre ellos, dos llegaron a ser pontífices.

Para ello, Mancinelli desarrolla una labor que requiere de precisión y una rigurosa atención a cada detalle, pues las prendas que llevan los pontífices serán con toda probabilidad de las más vistas por el mundo. Sus prendas tienen además un profundo simbolismo, carga de detalles o incluso tamaños reducidos, pero con gran relevancia, como es el caso del solideo o zucchetto, el pequeño gorro blanco que el Papa lleva en la cabeza.

En cuanto al tamaño de las prendas, no está variando su costumbre: tres tallas, pequeña, mediana y grande, sin dar margen de error.

Aunque su dedicación pueda estar cargada de expectación, para él es “un trabajo más”, aunque lo vive con emoción. Como trabajo me gusta, menciona, “si es para un Papa, aún mejor; pero, quiero decir que para mí es un trabajo y lo hago como tal”. También admite que su trabajo es, más que una profesión, una vocación, hasta el punto de no llevar la cuenta ni saber cuántas piezas ha llegado a confeccionar para un mismo papa, ni siquiera para Francisco, fallecido hace menos de un mes.

Recuerdos de Juan Pablo, Benedicto y Francisco

“Me preguntan y lo hago tranquilamente, sin contar uno, dos o tres”, explica matizando que lo que más influye son las medidas: “Cambian, porque Francisco cuando [fue nombrado] Papa era bastante pequeño; luego se volvió un poco grande”, recuerda Mancinelli mientras recuerda el caso opuesto del Papa Benedicto XVI: Debí “acortar” las telas, “porque bajó un poco (de estatura) con los años”.

De Juan Pablo II también tiene anécdotas. Aunque no recuerda si lo vistió siendo cardenal, definitivamente sí lo hizo durante su papado. Pensando en otro cardenal, cuenta que hoy puede vestirlo como sacerdote “y mañana podría convertirse en Papa”.

En periodos normales, elaborar un traje papal le lleva al menos cuatro días. Sin embargo, en medio de la presión en vísperas del cónclave, el tiempo se podría extender.

El icono de la sastrería eclesiástica sigue trabajando con la misma dedicación y entrega a sus 87 años de edad, pero confiesa que hay una clave en el éxito de su labor:

¿Ha habido un momento durante este trabajo en el que haya sentido particularmente la presencia de Dios? La respuesta es clara y contundente: “La presencia de Dios la siento en cada momento, todos los días. Gracias a Dios, porque sin Él cerca no sé cómo sería mi vida”.

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