Su madre relata cómo está viviendo la familia este tiempo de enfermedad
Así sigue Ignacio, el niño neocatecumenal de Murcia ingresado en el Jubileo, al que el Papa visitó

"Si bien ha tenido días de bajón, en ningún momento ha murmurado contra Dios", dice su madre.
Durante el Jubileo de los Jóvenes de este verano en Roma se supo que el Papa León XIV había acudido al hospital para visitar a un niño enfermo de Murcia. Ignacio acababa de ser diagnosticado con un cáncer y su corta vida daba la vuelta como un calcetín. Alfa y Omega acaba de entrevistar a su madre.
El 2 de agosto, Carmen Gloria González Zambrana y su marido recibieron una llamada desde Roma: a su hijo lo habían ingresado durante el Jubileo de los Jóvenes, estaba entubado en la UCI y debían ir urgentemente
"Se temía lo peor", recuerda Carmen sobre los primeros días de su hijo en el Hospital Bambino Gesù. En plena peregrinación había dado la cara un linfoma linfoblástico con una gran masa en el tórax que presionaba el corazón del muchacho, de 15 años. Casi tres meses después siguen en Roma.
"Nunca ha murmurado"
"Tiene días buenos y regulares, según reciba quimioterapia o alguna prueba. Pero está respondiendo y ya sigue el tratamiento de forma ambulatoria", comenta Carmen.
Sobre el susto de los primeros días, recuerda: "Fue muy duro, a pesar de que los médicos nos dieron la noticia con profesionalidad y humanidad. Estamos muy agradecidos al equipo del Bambino Gesú. Los primeros doce días fueron de vértigo: tenía el corazón agotado y en cualquier momento podía provocarse un paro cardiorrespiratorio. Y a las 24 horas de retirar los soportes se produjeron un boquete en la femoral y un trombo".
Un largo camino por delante que el joven afronta con valentía. "El tratamiento dura dos años. Estamos sorprendidos gratamente porque si bien ha tenido días de bajón, en ningún momento ha murmurado contra Dios. Acepta la enfermedad con fe, rezando por el Papa, por quienes rezan por él y por quienes le piden oraciones. Y ha ofrecido todos los efectos secundarios. Muchas veces lo he visto sufrir en silencio", asegura.
Dos meses en Roma, un hecho nada fácil para la familia. "Mi marido y yo no nos hemos separado de Ignacio. Yo me quedé ingresada con él. Mi marido nos cuidaba desde fuera, traía lo que necesitábamos. Fue acogido en casa de una hermana del Camino Neocatecumenal, al que pertenecemos. Quedarse le supuso perder el trabajo. Pero tenemos la seguridad de que este es nuestro sitio. Mis otros hijos, de 24 y 17 años, retornaron a España cuando Ignacio salió de la UCI y desde el primer momento fueron arropados por la familia. La separación la llevamos bastante bien. En septiembre nos reunimos un fin de semana, todos lo necesitábamos. Fue una bocanada de amor del bueno. La gente, en Roma y en Cartagena, está pendiente y hemos recibido pequeñas y grandes ayudas. Dios se las devolverá", explica.
Carmen menciona cuando el mismo Papa León XIV los visitó: "Supuso la confirmación de la presencia de Dios en esto. Y Él transforma la cruz en gloriosa. No es que no sufras; sufres y mucho. La diferencia es que lo vives con paz, con la certeza de que, aunque no lo parezca, si Él lo permite, todo ocurre para bien. Como dice la Escritura, '¿quién nos separará del amor de Dios?'".
El Papa por sorpresa
León XIV pasó aproximadamente media hora con la familia antes de visitar a otros pacientes del área de oncología. Con la familia de Ignacio rezó el avemaría y el padrenuestro, dio a cada uno la bendición y les habló del Evangelio, la vida eterna y la voluntad de Dios. "Estamos hechos para el cielo", les dijo.
"Nos dijo que lo importante es hacer la voluntad de Dios, que nuestro verdadero lugar es la vida eterna en el cielo. Esto nos reconfortó, porque somos personas que intentamos vivir nuestra fe y sabemos que es la verdad. Y en momentos de tanto sufrimiento, oír al Papa venir y darte una palabra así es… lo mejor que nos pudo haber pasado", comentó el padre de Ignacio en su día.
"Me dijo que, si Ignacio ha venido hasta Roma, él podía venir hasta el hospital a verlo. Fueron palabras sencillas, pero llenas de cariño. El Papa —recalcaba Carmen Gloria— nos dijo que esto es un misterio y que, a pesar de muchas cosas que no entendemos, sabemos que Dios está ahí y quiere lo mejor para todos. Como madre, vi que Jesucristo se acercó a mí y me dijo: 'No estás sola'. Eso fue lo que significó para mí la presencia del Papa en el hospital: la confirmación de que Dios no nos ha abandonado".
"Cuando la vida da un giro de 180 grados, solo te da tiempo a levantar las manos, mirar al cielo y dejar que Dios lleve todo, porque es como si estuvieras en el desierto, sin señales y sin saber por dónde ir. En ese momento, aparece Dios potente y misericordioso. Si soy sincera, al principio no podíamos ni pensar. Fue a partir de la visita del Papa cuando descansamos y vivimos el día a día con una paz indescriptible", añade Carmen.
La oración ha sido clave en todo este tiempo. "Todo el tiempo hemos estado sostenidos por la oración: la de todo un ejército de jóvenes junto al Papa, de las comunidades neocatecumenales, de conventos, de familiares, de amigos creyentes y no creyentes. No nos hemos sentido solos. Estamos experimentando un tiempo de gracia, palpando día tras día el amor de Dios, que es el autor de esta historia. Nos está concediendo paz en medio del sufrimiento. Esto solo lo puede hacer Él. Vivimos de la providencia, en total precariedad. Pero ha provisto una casa en Roma para nosotros solos y la Fundación Peter Pan nos envía un taxi cada vez que vamos al hospital. La providencia de Dios existe", comenta.
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El Papa habló de Ignacio en el Jubileo y dio a conocer su historia. "Nos llegaban noticias de todas partes de gente que se unía a nosotros en la plegaria. Muchos, a partir de la noticia sobre su gravedad, retomaron la oración o empezaron a rezar. Su grupo de jóvenes se centró en la oración. Estaban impactados y vivieron la peregrinación de otra manera. Ignacio, inmóvil y sedado, estaba moviendo el corazón de la gente y acercándola a Dios", relata esta madre.
Sobre si se han arrepentido en la familia de que Ignacio fuera al Jubileo: "No. Es más, creemos que Dios lo utilizó. El Bambino Gesú es uno de los mejores hospitales del mundo para este cáncer. Damos gracias a Dios porque lo llevaran allí; literalmente le han salvado la vida".