Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

La Iglesia acompaña a esta vigorosa familia eclesial

El fundador, el sanador y el músico: las 3 manzanas podridas de la Comunidad de Bienaventuranzas

Gerard Croissant, su iniciador, hace 15 años que no ejerce ningún gobierno. Él y su cuñado, Phillippe Madre, han sido reducidos al estado laical. La Iglesia ha renovado la Comunidad cambiando su estructura. Pertenecen a ella casi 100 curas y 350 religiosas.

Pablo Ginés/ReL

Comunidad de las Bienaventuranzas
Comunidad de las Bienaventuranzas
La Comunidad de las Bienaventuranzas (http://beatitudes.org ) nació en 1973 en Francia, una época rica en efervescencia espiritual. Lo que se había iniciado como dos matrimonios cristianos que vivían juntos, como una comunidad de oración y evangelización, fue creciendo, generó vocaciones y en la actualidad incluye a casi 100 sacerdotes, 40 seminaristas, 350 hermanas consagradas y varios cientos de laicos, repartidos en más de 60 diócesis de 30 países.

Pero tenía dos problemas: uno estructural y otro personal. El problema estructural era: ¿cómo combinar el tener laicos, consagrados, clero, familias y vida comunitaria? Llevó a problemas prácticos, canónicos y algunas confusiones (sin consecuencias graves): laicos con hábitos, familias en monasterios...

El problema personal tiene tres nombres: Gerard Croissant, su iniciador, diácono casado; Philippe Madre, cuñado de Gerard, también diácono casado, médico psiquiatra, famoso predicador por sus oraciones de sanación. Y Pierre-Etienne Albert: ni sacerdote ni diácono, músico, armonizaba las canciones de Croissant (la letra era bíblica). Los tres fueron indignos y dañaron a muchas personas.

Para la Iglesia y para la Comunidad, los dos problemas son independientes. Incluso si Croissant, Madre y Albert hubiesen llevado una vida ejemplar, la Iglesia habría hecho lo que ha estado haciendo en los últimos años: reestructurar la Comunidad.

Una apuesta novedosa
Desde su origen, la Comunidad se planteaba un reto novedoso: cómo combinar la vida familia, la vida consagrada y la experiencia comunitaria: vivir, orar, trabajar y evangelizar juntos. En 2002, la Santa Sede aprobó la Comunidad como una "asociación internacional privada de fieles", como muchos otros movimientos laicales, y dependiente del Pontificio Consejo de Laicos pero ¿era esto lo más adecuado para un movimiento con tantas religiosas y sacerdotes que, además, vivían en comunidad?

La Iglesia estudió con detalle Bienaventuranzas y decidió cambiarlo. Para ello asignó un delegado pontificio, el padre dominico Henry Donneaud, que ha dirigido el proceso y ha contado con la docilidad absoluta y la total colaboración de Bienaventuranzas. Rama vigorosa del árbol de la Iglesia, el 29 de junio de 2011 Roma la proclamaba "Asociación Pública de Fieles" (bajo la autoridad del arzobispo de Toulouse) y dependiente de la Congregación para la Vida Consagrada, como "Nueva Familia Espiritual de Vida Consagrada". Así expresaba su apuesta por la renovación de esta comunidad. 

Quedó claro lo que los miembros ya habían ido comprobando: que los laicos son laicos, viven en su casa, en familia, tienen hijos y seguridad social. Y que el clero es clero y lleva hábito y sigue normas clericales.

Aunque todo esto se hubiera legislado así hace muchos años, no parece que hubiera afectado mucho al problema personal: es decir, a los abusos que cometieron Croissant, Madre y Albert.

Gerard Croissant, el "hermano Efraim": adulterio
Gerard Croissant nació en 1949 en una familia protestante de Francia. Inmerso en la "generación del 68", buscaba utopías y vida comunitaria. Entró en la Comunidad del Arca de Lanza del Vasto, un experimento cristiano-ecuménico iniciado por este líder que se inspiraba en Gandhi. Allí conoció a Jo, aún hoy su esposa. Y allí se convenció de que la vida familiar y la comunitaria se podían enriquecer mutuamente. Por esos años descubrió también la Renovación Carismática Católica, una corriente espiritual sin líderes ni fundadores nacida en 1967 en EEUU,

En 1973, teniendo él 24 años, ya casados, Jo y Gerard deciden vivir en comunidad con otro matrimonio cristiano, Jean-Marc and Mireille Hammel: se considera que este es el nacimiento de la Comunidad. En 1975 Gerard se convertía al catolicismo y el obispo de Albi apoyaba la incipiente comunidad. En 1978 era ordenado diácono permanente. En ese momento asume un "nombre de comunidad": Hermano Efraim. En 1985 se ordena sacerdote el primer hermano de la comunidad, que es declarada "Asociación de fieles".

No está claro cuando se torció Croissant: pero sucedió. Según él mismo reconoció a la Comunidad (así lo afirma la NOTA publicada en francés hace unos días en la web de Bienaventuranzas), aprovechó su prestigio espiritual, "un discurso pretendidamente místico" y su capacidad de seducción con hermanas de la Comunidad para "cometer graves faltas contra su estado de vida". Es decir: adulterio, manipulando a mujeres. Una fue una joven menor de edad: el resto eran adultas. Pecado, pero no delito civil: la justicia civil no ha enjuiciado a Croissant en nada.

Croissant dejó toda función de gobierno en Bienaventuranzas en 1996. Durante 15 años no ha influido en Bienaventuranzas. En 2008 la Iglesia le redujo al estado laical. Automáticamente, aplicando su normativa, Bienaventuranzas le expulsó.

En su nota, la Comunidad se queja de que recientemente vuelve a dar charlas y predicaciones, sin ninguna autoridad ni permiso eclesial. La nota dice otra cosa más: que su capacidad de manipulación pudo "crear escuela" en los más cercanos a él. Es decir, Madre y Albert.

Phillippe Madre: abuso espiritual
Casado con la hermana de Gerard, médico psiquiatra, diácono permanente, con dos hijos, Phillippe Madre es famoso en España como terapeuta, animador de encuentros de sanitarios carismáticos, predicador en retiros de la Renovación Carismática y por dirigir sesiones de oración por enfermos. El 3 de diciembre de 2003, la periodista Mónica Vázquez le entrevistaba en Fe y Razón, el suplemento de religión de La Razón: hablaba de milagros, sanaciones, fe, conversión... todo ortodoxo, equilibrado, impecable. Fue de los primeros miembros de la Comunidad, muy cercano a Gerard... y su sucesor al frente durante un tiempo.

Sin embargo, el tribunal eclesiástico de Toulouse le declaró culpable en mayo de 2010 de "comportamientos abusivos en el ejercicio de sus funciones espirituales". Es el lenguaje que se usa cuando un clérigo, aprovechando su cargo, usa técnicas sectarias de manipulación. ¿Para conseguir qué? ¿Sexo, dinero, el mero placer de manipular? No se sabe: el tribunal eclesiástico no lo difunde. Rechazadas las apelaciones del diácono, la Iglesia le redujo al estado laical en 2011 y, conforme a las normas, la Comunidad le expulsó. Según La Croix cambió de ciudad y ejerce la medicina general.

Cabe señalar que Phillippe Madre tampoco tiene ninguna cuenta pendiente con la justicia civil. Fuentes de Bienaventuranzas recalcan, cuando se les comenta la conexión con España, que "la Comunidad nunca envió a Phillippe Madre a predicar ni hacer nada a España; era la Renovación Carismática Española quien le invitaba".

Pierre-Etienne Albert: abusos sexuales a menores...
El tercero es sin duda el caso más triste y grave. Pierre-Etienne Albert, que fue chantre (responsable de música) de la Comunidad en la época de Gerard es la única persona de Bienaventuranzas con causas judiciales civiles. De hecho, ya en 2003 fue juzgado, y quedó probado que había participado en abusos a menores, entre 1980 y 1990... pero para la ley francesa entonces estaban prescritos. Luego cambió la ley... y de repente en 2008 el mismo Albert se auto-inculpó ante la justicia civil hablando de muchos casos más. El 30 de noviembre de 2011 empieza su juicio civil, que es la causa de la Nota aclaratoria de la Comunidad.

¿Qué pasó? ¿Por qué de repente se auto-inculpó este hombre? ¿De verdad son creíbles todos lo casos que él dice?

En Bienaventuranzas no dudan de que cometió abusos entre 1980 y 1990. Tras el juicio de 2003, la Comunidad le ha mantenido alejado de menores, acompañado, vigilado. Están convencidos de que sufre de una "debilidad psicológica".

Vivía en la abadía de Bonnecombe, de la Comunidad, con otras personas adultas. En 2008 se planteó un conflicto: la Comunidad quería abandonar Bonnecombe, pero una de las personas de allí, una mujer llamada Muriel Gauthier, ("que no pertenece a la Comunidad, que ni siquiera ha superado el postulantado") se opuso y agitó "en rebeldía" a los habitantes del inmueble, cuyo titular es Bienaventuranzas.

"Parece que es una iluminada, en el sentido malo y carismático de la palabra, convencida de que Dios le guía frente a la autoridad legítima, etc..." comentan algunas fuentes en Bienaventuranzas. Y sospechan que quizá esta mujer, en su guerra contra la Comunidad , pueda haber impulsado a un Albert trastornado a auto-inculparse incluso de cosas que no son ciertas. "Conviene dejar que la justicia establezca los hechos exactos", dice la nota oficial de la Comunidad.

Las víctimas
Hace ya años que la Comunidad, en su proceso de renovación y cambio, ha empezado a tratar con las víctimas de Gerard, de Madre y de Albert. La nota se refiere a ellos con insistencia y lamenta los "niños y adolescentes irremediablemente heridos". Afirma que los nuevos responsables de la Comunidad ya han hablado con algunas víctimas personalmente y a todos les transmitirán su dolor. Los dirigentes de hace dos años ya colaboraron con la justicia civil cuando se abrió el proceso de Albert de 2008.

La Comunidad hoy
Hace más de 15 años que estas tres personas implicadas no tienen responsabilidad alguna de gobierno en Bienaventuranzas y casi 10 años desde que la Comunidad ha empezado su transformación. Un comisario pontificio la ha dirigido. Ya antes contaba con instancias de supervisión, y ahora tiene más. Depende del arzobispo de Toulouse, quien delega en un presidente (hombre o mujer consagrado de la Comunidad) y tres superiores (uno para laicos, otro para religiosas, otro para religiosos). Cada 4 años se eligen estos cargos en Asamblea General (la próxima es en febrero) y el arzobispo da el visto bueno.

Bienaventuranzas se mantiene con sus rasgos específicos vividos en 30 países de todos los continentes y con el apoyo de la Iglesia: amor al origen hebreo del Cristianismo, vida comunitaria y consagrada en colaboración con laicos, uso de velas e iconos y elementos de la tradición bizantina, espiritualidad de inspiración carmelita, vida comunitaria, impulso misionero, trabajo por la nueva evangelización, ortodoxia en defensa de la vida, la familia y los valores, fidelidad al Magisterio y devoción mariana.
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