Religión en Libertad
'Las mañanas son muy frías y la niebla tarda en levantar, pero entonces todo el paisaje se pone glorioso, los rayos del sol rebotan en la bahía que, como si fuera un espejo, multiplica la luminosidad de forma increíble'. Foto: K. Mitch Hodge / Unsplash.

'Las mañanas son muy frías y la niebla tarda en levantar, pero entonces todo el paisaje se pone glorioso, los rayos del sol rebotan en la bahía que, como si fuera un espejo, multiplica la luminosidad de forma increíble'. Foto: K. Mitch Hodge / Unsplash.

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Durante estos días de Navidad hemos podido reunirnos con hijos y nietas fuera de Madrid. Las mañanas son muy frías y la niebla tarda en levantar, pero entonces todo el paisaje se pone glorioso, los rayos del sol rebotan en la bahía que, como si fuera un espejo, multiplica la luminosidad de forma increíble y salgo de paseo con mi nieta Sophie, que desde su cochecito disfruta mirando los árboles y los animales.

No ponemos la televisión y casi no se leen los periódicos. Muchos paseos y alguna excursión por montes y bosques húmedos y frondosos. Cocinar y comer juntos, partidas de cartas con las niñas, que van aprendiendo con una facilidad pasmosa. Es un gusto ver a los padres relajados y sin las preocupaciones cotidianas y un privilegio la convivencia con esas nietas deliciosas, que miran a sus abuelos como si fueran omnipotentes.

Las noches negrísimas y silenciosas nos recuerdan el poderío de la naturaleza que nos rodea. Se ven muy bien las estrellas y sacamos el telescopio para buscar planetas y perseguir las lunas de Júpiter. Apetece entrar al calor y la seguridad de la casa y enseguida surgen las conversaciones nocturnas animadas.

Hay algo profundamente antropológico en la vida en contacto con la naturaleza que nos devuelve a nuestro estado natural. Percibir la realidad sin los ruidos e interferencias que habitualmente nos aturden permite disfrutar, reflexionar, meditar.

En mitad de las vacaciones celebramos el día de la Sagrada Familia y en este contexto se entiende muy bien lo que significa esta fiesta y se me alegra el corazón al constatar la sabiduría del modelo de vida que nos presenta la Iglesia, tan sencillo, cercano y deseable se mire por donde se mire: la alegría de una casa a la que llega un bebé, la belleza de las pequeñas cosas, la plenitud de los sentimientos en las situaciones más comunes.

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