Religión en Libertad

Creado:

Actualizado:

El pasado mes de junio tuvo lugar en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid un curso verdaderamente interesante, impartido por el profesor Rogelio Rovira. Su título, La fascinación del argumento ontológico. Discusiones clásicas y actuales. A lo largo de tres jornadas el profesor Rovira analizó con gran profundidad y rigor el famoso argumento de San Anselmo de Canterbury, así como las diversas reacciones a favor o en contra de dicho argumento que se han dado a lo largo de la historia.

[Nota de ReL: pincha aquí {descarga automática} para leer una presentación del argumento ontológico de San Anselmo por parte del sacerdote y filósofo mexicano Mauricio Beuchot.]

Lo que más me ha sorprendido de este espléndido curso no ha sido la apabullante erudición del ponente, ni su explicación sosegada y clarificadora, sino el gran número de filósofos y teólogos implicados en esta polémica. Así encontramos autores como Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura, Duns Escoto, Descartes, Leibniz, Kant, Hegel, Brentano, etc. Fijémonos en que estos autores no son de segunda fila, sino de primerísima. Es decir, se trata en realidad de los verdaderos protagonistas de la filosofía y la teología.

Parece como si todos ellos sintieran la necesidad irreprimible de probar sus armas con el dichoso argumento ontológico. Algunos pensadores han tratado de establecer de forma definitiva su no validez. Pero curiosamente siempre termina apareciendo otro pensador que consigue resucitarlo y exponer su intrínseca validez. Las pruebas de la validez y la no validez se han ido complicando con el paso de los siglos. De tal modo que se ha llegado a construir verdaderas argumentaciones de lógica formal que no son para el común de los mortales.

El famoso argumento de San Anselmo, llamado ontológico por Kant, tiene la propiedad de tocar las fibras más importantes y profundas del pensamiento humano. Porque la cuestión fundamental del argumento se decide en función de las diversas posiciones que se adopten respecto a las dicotomías finito e infinito, ser y no ser, trascendencia e inmanencia, esencia y existencia, etc. Es decir, es como una especie de reactivo para comprobar las diversas opciones filosóficas que se adoptan al juzgarlo.

El hecho de que haya sobrevivido a lo largo de la historia, despertando pasiones a favor y en contra no deja de ser revelador. Basta echar una ojeada a los libros y sobre todo a la montaña de artículos publicados sobre el célebre argumento para comprobar la intensidad y agudeza con que se le suele combatir o alabar. Podemos preguntarnos por qué ha levantado y sigue levantando tanto ruido este tema, por qué se siguen acumulando argumentos en pro y en contra; en definitiva, por qué es tan importante para algunos enterrar el argumento ontológico de San Anselmo.

Yo tengo mi propia interpretación, que puede ser discutible, pero es la mía. En la historia del pensamiento humano siempre hay combates de fondo, que el gran público no llega a sentir, porque es necesario sumergirse a una cierta profundidad. Es una de las realidades que se han venido repitiendo incesantemente a lo largo de la historia. De modo especial en los últimos siglos. El principal combate se resume en la lucha entre aquellos que buscan la verdad por encima de cualquier otra consideración y los que intentan pintar como verdad lo que han elegido previamente.

Tanto los defensores como los adversarios del argumento buscan, sin ninguna duda, la verdad. Es decir, tratan de demostrar que es válido o no válido a través de los razonamientos más veraces posibles. Dicho de otro modo, tratan de demostrarlo sin recurrir a la Sagrada Escritura ni a la Tradición de la Iglesia. En realidad esa era la verdadera intención de San Anselmo, demostrar la existencia de Dios exclusivamente por medio de la razón. También Santo Tomás de Aquino, aunque es un firme adversario del argumento ontológico, construye por su parte diversas vías para demostrar la existencia de Dios. Es otra forma de buscar la verdad. En este caso a través de las obras de la creación.

Edith Stein, en una carta escrita en 1938, afirmaba: "Quien busca la verdad busca a Dios, sea de ello consciente o no". Porque no podría existir ninguna verdad si no existiera una Verdad con mayúsculas, que es la fuente de toda verdad. Hemos de ser benevolentes y comprensivos con todos los razonamientos a favor o en contra del argumento de San Anselmo, porque todos ellos, en la inmensa mayoría de los casos, son caminos hacia la verdad, una verdad que requiere ser buscada también con mucha fe en la razón.

tracking