Javier Portela canta y predica lo que vive: la clave es alabar
Javier Portela explica en el canal de vídeos de Obras Misionales Pontificias que él evangeliza con su música y desde redes sociales, con una actitud misionera.
En la pandemia del coronavirus, sus proyectos musicales de temas mundanos (conciertos, salas, locales) se paralizaron. Fue en ese momento cuando Dios tocó su corazón a través de otra persona. "El Señor me habló de una forma como no me había hablado nunca en mi vida", explica. Desde entonces desea "poder llevar a la iglesia todos los dones y carismas que el Señor me regala".
"Dejé de estudiar y en una semana el Señor me regaló un disco entero", explica. Considera que San Francisco Javier es uno de sus guías e inspiradores. "La gente necesita saber que hay esperanza, que el dolor y el mal no tienen la última palabra".
"Estaba hablando con un amigo, un amigo músico muy famoso en España, que conocéis todos, vamos, y le decía: "uno de mis pilares es no ser un falso profeta, ¿no? Predico en redes sociales y en música lo que yo vivo. Para eso necesito llenarme llenarme del Señor".
"Me levanto todos los días muy prontito y antes de ir al gimnasio dedico mi largo rato de oración y de contemplación. Si yo no me lleno del Señor, ¿qué voy a predicar?", añade.
La música cristiana irá a más
Lamenta que las letras de canciones que escuchan muchos jóvenes "son realmente deleznables, con una mentalidad de hipersensualización, sexualización y cosificación de la mujer, mucha basura".
Pero, a la vez, el corazón humano anhela a Dios. Por eso, cree que la música cristiana cada vez llegará a más gente, porque toca corazones.
Él no se formó en la Renovación Carismática, pero constata que la música de alabanza carismática ha sido la que cada vez más se ha ido extendiendo y llegando a más ámbitos. "Lo dice el Catecismo: la alabanza es la oración que reconoce que Dios es Dios, no por lo que hace, sino por lo que es, por su esencia. Si estamos metidos en nuestros problemas y ponemos a Dios en el centro, todo se ordena".
Sospecha que "un corazón que no alaba es un corazón que está dormido, que le falta frescura por todos los lados". Al alabar, dice, "nos unimos a la oración de alabanza que ya está sucediendo en la Eternidad".
Importancia de la formación
También aprecia mucho la formación, que ayuda a tener certezas para perseverar en tiempos duros. "No necesitamos una iglesia de catetos. Necesitamos una iglesia de gente preparada. Y habrá gente muy preparada en la parte teologal y muy preparada en la parte teórica o de doctrina. Y otra gente que se mueva más por el Espíritu. Y que vivan unos de los otros. Esa es la parte bonita", plantea.