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El mexicano Pablo Valdés cuenta en primera persona el trauma que tuvo que vivir

¿Incesto emocional? 5 claves para poder detectarlo: cuando el hijo se vuelve nuestro espejo

Ocurre cuando un padre o madre no puede o no quiere mantener una relación con otro adulto.

Ocurre cuando un padre o madre no puede o no quiere mantener una relación con otro adulto.Pixabay

Redacción REL
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M. Aragón

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El llamado Incesto emocional es un tipo de abuso en el que un padre busca en su hijo el apoyo emocional que normalmente debería ser proporcionado por otro adulto.

Kenneth Adams creó el concepto en los años ochenta y lo definió como un abuso psicológico que se da en la relación entre una figura parental y un niño que no involucra incesto o relaciones sexuales, aunque comprende dinámicas interpersonales similares a las de parejas sexuales.

Este abuso ocurre cuando un padre o madre no puede o no quiere mantener una relación con otro adulto y fuerza a su hijo a que desempeñe el papel emocional de un esposo.

Se ignoran las necesidades del niño y la relación existe solo para satisfacer las necesidades del padre, y puede ser que el adulto no sea consciente de los problemas creados por sus acciones.

Las víctimas suelen acabar sintiendo ira o culpa hacia sus padres y problemas con la autoestima, adicciones y en su intimidad sexual y emocional.

Se trata de una relación de afecto sin límites en el que padre o padres usan al hijo como espejo para satisfacer sus necesidades, en vez de ser espejo del hijo para apoyarlo en su desarrollo emocional.

El mexicano Pablo Valdés, en su obra Yo sufrí Incesto emocional, trabajar en las heridas (Campomanes Editores), relata su caso en primera persona y aporta siete situaciones para detectar este problema

Pablo Valdés Medrano (Al-varado, México, 2000) es el hijo mayor de un matrimonio que apenas duró dos años. Creció en medio de un amor fracturado, marcado por las heridas de sus padres: una madre posesiva que anhelaba sentirse amada y un padre incapaz de entregarse por completo, arrastrado por la relación no adecuada con su propia madre. Pablo y su hermano fueron testigos y víctimas de este amor mal entendido. 

1- ¡Mamá, estoy aquí!

"Ahora veo que mi madre siempre necesitó vincularse, apegarse y pertenecer a alguien, Lo dramático que es yo también sentí deseos de estar siempre unido a alguien en verdad, sin reservas y sin vacaciones. Mamá no fue esa persona, no pudo conocer mis necesidades pues las suyas la cegaron. Lo más cercano a lo que buscaba lo encontraba escuchándola y dándole un mensaje subliminal, un grito inconsciente: 'Estoy aquí, te necesito más que tú a mí, existo y soy'. De esa manera, así como un niño presta un juguete y espera otro a cambio, yo esperaba de mi madre todo lo que le daba".  

'Yo sufrí Incesto emocional, trabajar en las heridas', de Pablo Valdés.

'Yo sufrí Incesto emocional, trabajar en las heridas', de Pablo Valdés.

2- Cuando el hijo es el que da

"Cuando era niño me sentía amado falsamente por mi madre, sentía que sus atenciones, sus caricias y regalos no eran gratis, siempre eran a cambio de algo. A veces debía escuchar sus tristes historias de cómo la vida la había golpeado una y otra vez; en otros momentos, simplemente debía estar tardes enteras abrazándola y besándola. Debía siempre ganarme todo lo que provenía de ella. Lo curioso era que a los ojos de los demás, no había madre más entregada, más sacrificada, más amorosa y más correcta que ella. Era perfecta para los demás, para mí era extraña".

3- Consecuencia de un pasado

"Sé ahora que mi madre quiso ser la madre que ella nunca tuvo. Su trauma de niña al morir su madre cuando era muy pequeña, la marcó profundamente. Siempre vivió extrañando a mi abuela, anhelando sentirse hija y tener una madre. Cuando nací, se volcó completamente a mí, viviendo solo por mí, preocupada porque nunca me faltara nada, porque nadie me humillara y porque nadie me hiciera daño alguno. 

Su maternidad estaba impregnada de la herida y el no vínculo que tuvo con mi abuela. Ella calmaba su soledad existencial y su abandono teniendome a mí como hijo elegido. En parte yo era una proyección de su niña interior, y aunque su maternidad estaba en su ser femenino, la misma estaba también herida gravemente y sin madurez. Mi madre fue una excelente madre, pues se convirtió en todo lo que ella hubiese querido tener en una madre.

4- Un amor egoísta

"Creo que más allá de obtener alegrías de mi parte, mi madre necesitaba con mucha urgencia que yo demostrara mi amor por ella. Si no lo hacía entonces era malo, desapegado y frío. Sin importar lo que hiciera yo la amaba, pues era ciego a lo que estaba mal y me hacía daño.

Pero al mismo tiempo me di cuenta que si no demostraba mi cariño, ella sufría; entonces en ocasiones no lo hacía buscando causarle daño, después al final terminaba volviendo a sus brazos. Me daba cuenta que nos necesitábamos intensamente el uno al otro, y aunque a veces fuera travieso, terminaba agarrado a ella y ella a mí".

5- Una relación insana

"Cuando era niño vivía con la carga de ser el compañero de mi madre. Es cierto que me generaba gozo, era seductor estar cerca de ella y ser su mejor amigo, su apoyo emocional y algo más. Pero me impedía pensar en mí mismo, me desconectaba de mis necesidades y al final ni yo mismo me conocía. Me quedaba entonces idealizando a mi madre, fui creando la idea de que era perfecta, era entregada a las labores de la casa, amable y servicial con todo el mundo, nos crió con una disciplina que nos mantenía una imagen de niños perfectos ante todos los que se detuvieran a mirarnos".

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