Martes, 16 de abril de 2024

Religión en Libertad

Omella: Europa está en una «época de cambio» que «podríamos comparar al final del imperio romano»

Juan José Omella
Omella cree que aunque la secularización de España es indudable también existen brotes verdes / La Vanguardia

ReL

El cardenal Omella es el arzobispo de Barcelona, una de las ciudades más secularizadas de España, y también presidente de la Conferencia Episcopal Española, organismo desde el cual se produce una interlocución con el gobierno, coalición social-comunista presidida por Pedro Sánchez.

En una entrevista con La Vanguardia, el purpurado habla de la situación española, de la pandemia y también de la crisis de fe. Por su interés ofrecemos algunas de las preguntas respondidas por el cardenal Omella:

 “En España hace falta más diálogo, más puentes y más reconciliacion”. ¿Se ha producido aquel diálogo que reclamaba?

-Efectivamente, poco después de la constitución del actual Gobierno, pedí a la vicepresidenta Carmen Calvo la apertura de un diálogo con la Iglesia. Se constituyó un equipo y se identificaron una serie de temas a tratar. Llegamos a un acuerdo, por ejemplo, sobre el registro de los bienes de la Iglesia. Se verificaron las inscripciones y se dio publicidad a las mismas, con toda normalidad. [En marzo del 2021, el Gobierno dio a conocer un listado de 34.965 inmatriculaciones efectuadas entre 1998 y el 2015, conforme a la ley Hipotecaria de 1996]. Nos reunimos también para discutir sobre la enseñanza, tema en el que hubo menos acuerdo. Este mes de agosto he mantenido una reunión con el nuevo ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Estamos de acuerdo en que el diálogo debe continuar. Queremos también reunirnos con la nueva ministra de Educación. La Iglesia está siempre dispuesta a colaborar. Cáritas ha ayudado en el problema de Ceuta. Este verano nos hemos puesto a disposición del ministro José Luis Escrivá para ayudar en la acogida de los refugiados afganos.

-¿Cuál es su balance?

-No es fácil resumirlo. Mire, yo diría que en este país, con todo lo que ha ocurrido durante la pandemia, ha faltado diálogo, ha faltado diálogo con el conjunto de la sociedad. No puede circunscribirse todo al Parlamento. Falta más diálogo con la sociedad y así se lo he transmitido al ministro de la Presidencia.

-Bajo su presidencia, la Conferencia Episcopal está optando muy abiertamente por el pragmatismo. Hay sectores católicos, sobre todo de la derecha católica, que quisieran una mayor confrontación con el actual Gobierno de España.

-Esa me parece una interpretación muy periodística. Insisto: hacen falta más puentes. Yo ya sé que en algunos temas, sobre todo de carácter moral, no vamos a coincidir con el actual Gobierno, pero queremos que nos escuchen. Mire, el Concilio Vaticano abogó por el diálogo. Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora el papa Francisco, con mucho énfasis, han hablado mucho de la cultura del encuentro. Esa es hoy la posición de la Iglesias. Hay que agotar siempre todos los cauces de diálogo.

-En una reciente entrevista con la cadena Cope, el papa Francisco dijo que España tiene pendiente una mayor reconciliación con su historia y consigo misma. Y abogó por esa reconciliación al ser preguntado sobre la cuestión catalana. ¿Exactamente qué quiso decir?

-Querido amigo, eso habría que preguntárselo al Papa. ¿Qué quiso decir? Hay mucha crispación en esta sociedad y no solo crispación política. Hay tensión en muchos planos. Hay crispación también en la esfera familiar y privada. Esta es una sociedad con muchas heridas por cerrar. También las heridas de la historia a las que se refería el Papa, por supuesto. Creo que hay en esas palabras un llamamiento a la reconciliación, a mirar más hacia el futuro que hacia el pasado, para no volver a cometer los mismos errores.

-Esa fue la línea del cardenal Tarancón durante la transición. ¿Con usted al frente de la Conferencia Episcopal vuelve la línea de Tarancón?

- La historia de la humanidad, la historia de una sociedad y la propia historia de la Iglesia católica no son rectilíneas, hay subidas y bajadas, y cambios de dirección. En este momento, siguiendo el espíritu del Concilio Vaticano II y las indicaciones del papa Francisco hay que ir a un mayor diálogo con la sociedad, a un diálogo con el mundo sin ser del mundo, sin ser cobardes, pero tampoco impositivos. Vivimos en sociedades plurales. Hay que ser abiertos y respetuosos, sin renunciar a nuestras creencias.

-La derecha española defiende a la Iglesia católica, pero cierta gente de derechas no esconde su disconformidad con el papa Francisco. Cada vez lo disimulan menos. A su vez, la izquierda sigue siendo muy crítica con la Iglesia y admira a Francisco. Aquí hay algo que no cuadra. ¿A usted le cuadra?

-(Sonríe). En algunos ámbitos y en algunas personas sucede lo que usted dice. Detecto un gran cariño hacía el Papa. Me he encontrado con personas que me han dicho que Francisco les ha reconciliado con la Iglesia. El Papa es un hombre con posiciones éticas claras, que habla al corazón de las personas. Quizás algunos preferirían un Papa más beligerante, pero a Francisco la gente lo entiende. “Yo lo entiendo”, me dicen en los pueblos en lo que yo fui cura.

-¿Qué nos deja la pandemia?

-Estamos en una época de cambio, especialmente en Europa. Una época que, salvando todas las distancias, podríamos comparar al final del imperio romano. Hay valores que se han perdido y hay valores nuevos que están surgiendo, y otros que aún no emergen. Estamos desorientados. Hay un asunto crucial que es la familia, la célula básica de la sociedad. La familia está siendo vista desde otra perspectiva. Hay pocos nacimientos, la sociedad está envejeciendo. ¿Qué hacemos con la familia? ¿Qué hacemos con la natalidad? ¿Qué hacemos con el aborto? ¿Qué hacemos con los mayores? Creo que estamos ante la oportunidad de poner en pie una nueva escala de valores fundamentados en la cultura cristiana. Hay que evangelizar con ardor, pero sabiendo en qué mundo vivimos.

-La Iglesia católica tiene múltiples observatorios de la situación social. Ustedes conocen como va la procesión por dentro. Ahora que suenan las campanas de la recuperación económica, ¿cómo ven a la sociedad?

-Hay mucha gente que se ha quedado sin trabajo y que tendrá muchas dificultades para encontrarlo. Hay muchas empresas que han cerrado y que no volverán a abrir. Esas realidades están ahí y no se pueden ignorar. Cuidado porque hay una bomba social que puede explotar si las ayudas no se gestionan bien.

-Un encuesta del CIS del pasado mes de julio señalaba un fuerte aumento de la secularización en España, especialmente entre los más jóvenes. El 38,7% de la población española ya se declara no religiosa. En el año 2000 eran el 13,1%.

-Las sociedades europeas se hallan en un avanzado proceso de secularización. No le voy a descubrir nada nuevo. Pero también hay señales interesantes para la Iglesia. En Barcelona, una de las ciudades más secularizadas de Europa, las misas en la Sagrada Familia vuelven a estar llenas. Estamos observando una mayor presencia de jóvenes en el voluntariado católico y en los ejercicios espirituales. Hay un resurgimiento de la pastoral juvenil en Barcelona. Está creciendo el número de personas no bautizadas que piden el bautismo. No son grandes números, pero son brotes que nos envían una señal esperanzadora.

-¿Qué ha pasado con el obispo de Solsona, Xavier Novell?

-Recibí la noticia de su renuncia con sorpresa, con mucha sorpresa. No lo esperaba. Pido que no se eche más leña al dolor de la diócesis de Solsona. No juguemos con el morbo. No construyamos novelas. Dejemos que las cosas se serenen. Ya veremos cuál es el motivo de la renuncia. No hagamos más daño a las familias y a las personas.

-Montserrat acaba de elegir un nuevo abad.

-Acabo de ser informado de ello. Aunque no siempre acertemos en nuestras decisiones cuando desempeñamos un cargo, la labor del abad Josep Maria Soler merece mi admiración y gratitud. Mis mejores deseos para la comunidad benedictina de Montserrat, que siempre contará con el apoyo de todos los obispos de Catalunya.

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