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Ordenados los nuevos obispos de Tenerife y Albacete, que llaman al anuncio y a la vocación

Eloy Santiago (a la izquierda), obispo de Tenerife, y Ángel Román (a la derecha), obispo de Albacete.

Eloy Santiago (a la izquierda), obispo de Tenerife, y Ángel Román (a la derecha), obispo de Albacete.Diócesis de Tenerife y Albacete

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Eloy Santiago fue ordenado obispo de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife) este jueves 1 de mayo y Ángel Román obispo de Albacete este sábado 3 de mayo. Son algunos de los últimos nombramientos episcopales de Francisco, que han tomado posesión de sus diócesis mientras la Iglesia se prepara para la elección de un nuevo Papa.

"Conservar íntegro y puro el depósito de la fe"

Eloy Santiago Santiago nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1973 y tras ser ordenado en 1999 comenzó su ministerio en su diócesis natal. Es licenciado en Derecho Canónico y doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, donde también estudió en la Pontificia Academia Eclesiástica, por lo que en 2006 ingresó en el cuerpo diplomático de la Santa Sede, con destino en varias nunciaturas.

Fue ordenado obispo este jueves en la catedral de La Laguna por el nuncio apostólico en funciones, Bernardito Auza, y junto a él concelebraron los obispos titular y auxiliar de la diócesis de Canarias, José Mazuelos y Cristóbal Déniz, respectivamente. 

Además, acudieron a la celebración 14 obispos y 265 sacerdotes, tanto diocesanos como venidos de fuera de la provincia. Asistieron asimismo el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, y el alcalde de La Laguna, Luis Yeray, junto a otras autoridades civiles y militares.

Al finalizar la misa, monseñor Santiago dirigió unas palabras a sus nuevos diocesanos, en las que agradeció la labor de su predecesor, Bernardo Álvarez, quien, emocionado, recibió un intenso aplauso.

"Hago mía la petición del joven Salomón deseando que el Señor me conceda un corazón sabio e inteligente", dijo el nuevo obispo, "para que me permita hacer vida lo que he prometido en esta celebración".

Lo cual cifró en cuatro cosas:

  • "Anunciar con fidelidad y constancia el Evangelio de Jesucristo. Esta es la principal función del obispo y, por tanto, ha de ser la mía: ser anunciador de la fe, conducir nuevos discípulos a Cristo,  promover y favorecer el encuentro con el Señor Jesús que cambia nuestras vidas, que no deja a nadie indiferente. (...) En este encargo de enseñar, de ser maestros, también el  obispo está llamado a ser doctor auténtico y a conservar íntegro y puro el depósito de la fe".
  • Colaborar "con la acción del Espíritu  Santo para vivir el don de la unidad y de la comunión en la Iglesia, en su rica variedad de carismas y ministerios, dentro de  una legítima diversidad".
  • "Ser bondadoso y comprensivo con los pobres, con  los inmigrantes, con todos los necesitados. ¡Son tantas las categorías de personas necesitadas en  nuestra sociedad!".
  • "Cuidar al Pueblo de Dios que me ha sido  confiado, a esta porción del pueblo santo de Dios que peregrina en las islas de La Gomera, El Hierro, La Palma y Tenerife. Que sepa  ser imagen de Aquel que no vino a ser servido, sino a servir  recordando la gran lección que nos dio el Maestro en la noche  antes de su pasión".

"Si no respondemos a lo que Dios nos pide..."

Ángel Román Idígoras nació en Madrid en 1968 y fue ordenado en 1994 como sacerdote de la diócesis de Alcalá de Henares, donde desempeñaba actualmente labores pastorales de párroco, capellán de prisiones y vicario territorial. Es licenciado en Magisterio por la Universidad Complutense y en Sociología por la Universidad Pontifica de Salamanca, y bachiller en Teología por la Facultad de San Dámaso en Madrid.

También presidió su ordenación el nuncio Auza, junto arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, y el administrador diocesano de Albacete, Julián Ros. Asistieron a la ceremonia en la catedral de Albacete una veintena de obispos (entre ellos su predecesor, Ángel Fernández Collado, quien tuvo que renunciar por graves problemas oculares) y doscientos sacerdotes. Asimismo asistieron el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el presidente del Senado, Pedro Rollán, y el alcalde de Albacete, Manuel Serrano, junto a otras autoridades civiles y militares.

En sus palabras tras la ceremonia, el nuevo obispo evocó el Año Jubilar de la esperanza que está viviendo la Iglesia como "una llamada a la comunión y a hacer lo que la Iglesia tiene que hacer: llevar la esperanza y la alegría en el Señor a todos".

Una alegría y esperanza que hay que celebrar, pero también llevar "a las realidades en las que hay muerte, desarraigo, pobreza, exclusión, división, paro, deshumanización, vacío en el jolgorio, miedo, oscuridad, sinsentido y todo tipo de sufrimiento".

Ahí está también la Iglesia madre que acompaña, señaló: "Iglesia maternal que protege y da seguridad; que acoge con misericordia y ternura; que escucha y toma en serio; que anima al perdón; que se duele con el dolor de sus hijos y de todos; Iglesia que acompaña y fortalece al pie de las cruces de cada uno; madre que, a pesar de no ser bien tratada tantas veces, no deja de velar para que a nadie le falte, como en las bodas de Caná, la alegría del Señor significada en el vino".

Una Iglesia, continuó, "peregrina de esperanza: Iglesia que anuncia a Dios y lleva su paz y su alegría; que mira adelante, sin lastres ni rencores; Iglesia que abre puertas, que propone soluciones y siempre busca reincorporar a los hermanos al camino de la vida; Iglesia humilde, que tiene que dejarse levantar y que levanta con la fuerza del Resucitado; Iglesia que se fortalece en la oración y en la comunión; Iglesia de hermanos que se quieren de verdad; Iglesia que da vida y camina a la Vida".

Por último, el obispo Román pidió a todos ser fieles a la vocación de cada uno para "aportar nuestro grano de arena en el proyecto redentor del Señor": "Si no respondemos a lo que Él nos pide, somos menos felices y además nuestro sitio se queda vacío".

Indicó algunos vacíos que considera su misión llenar: "Faltan sacerdotes, matrimonios que se unan de verdad, no se tienen hijos, el mundo de la política necesita muchos más cristianos convencidos, hay muchas soledades… que cada uno piense. Dios sigue llamando. La cuestión es escucharle y decirle sí: ¡Aquí estoy, mándame!".

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