Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

Un estudio muestra que Trump es, con diferencia, el presidente con un lenguaje más religioso

Un estudio muestra que Trump es, con diferencia, el presidente con un lenguaje más religioso
El 2 de junio, tras firmar una orden ejecutiva en favor de la libertad religiosa en el mundo, Donald y Melania Trump visitaron el monumento al Papa Wojtyla en el Santuario Nacional de San Juan Pablo II en Washington, D.C., donde había tenido lugar el acto.

Carmelo López-Arias / ReL

Donald Trump utiliza una proporción de lenguaje religioso en sus discursos mucho mayor que cualquier otro presidente en los últimos cien años. 

Es la conclusión de un estudio realizado por Ceri Hughes, investigador del departamento de Comunicación de la Universidad de Wisconsin-Madison, quien ha examinado 448 discursos públicos importantes de todos los presidentes desde Franklin Delano Roosevelt. Su trabajo fue publicado en 2019 en el International Journal of Communication y lo ha recordado recientemente en The Conversation para analizar lo que él considera una "estrategia" dirigida a captar el voto evangélico.

De los datos ofrecidos se desprenden otras dos conclusiones.

Primera, que el uso de lenguaje religioso (básicamente, referencias a Dios) sufrió un cambio de tendencia muy marcado durante la presidencia de Ronald Reagan, de modo que todos los presidentes posteriores superan a todos los presidentes anteriores.

Segunda, que no está intrínsecamente vinculado a ningún partido. Roosevelt y Harry Truman, demócratas, usaron más lenguaje religioso que Dwight Eisenhower, republicano, y Lyndon B. Johnson más que sus sucesores Richard Nixon y Gerald Ford. Y, por venir a tiempos más recientes, Barack Obama más que su predecesor, George Bush hijo, cuyo padre, George W.H. Bush, profundamente religioso, superó incluso a Reagan.

Como curiosidad: el presidente con lenguaje menos religioso del último siglo fue, también con bastante diferencia, John F. Kennedy, quizá temiendo a aquella parte de la opinión pública recelosa de que un católico hubiese llegado a la Casa Blanca.

 Ratio de terminología religiosa por mil palabras de los últimos 14 presidentes de Estados Unidos. Fuente: The Conversation.

Donald Trump pulveriza todos los récords. Y marcó un techo casi inalcanzable en un discurso, el que pronunció tras el tiroteo masivo en Las Vegas el 1 de octubre de 2017, cuando un francotirador desde un edificio asesinó a 59 personas que asistían a un concierto de música country. La terminología religiosa de los presidentes suele acrecentarse, señala Hughes, en torno a catástrofes naturales y desgracias como aquella matanza en la ciudad del juego, con un porcentaje que puede llegar a un pico de 9 por 1000. Pues bien, la proporción alcanzada aquel día por Trump fue de 52 por mil, en un discurso breve, de apenas 754 palabras.

La presidencia de Ronald Reagan marca un punto de inflexión. No solo por la mayor presencia religiosa en los discursos en ambos partidos (azul el demócrata, rojo el republicano), sino por la inversión entre partidos: antes de Reagan, las alusiones a Dios u otros conceptos religiosos eran mayores en los presidentes demócratas, luego lo han sido en los republicanos. Fuente: International Journal of Communication.

En su intención de mostrar que la utilización de dicho lenguaje en Trump es estratégica, Hughes analiza los distintos periodos y ubicaciones, para encontrar que el presidente incrementó el uso de terminología religiosa tras ganar la nominación republicana respecto a su uso en las primarias, y que es mayor en discursos en estados más creyentes como Texas o Mississippi que en estados menos creyentes como New Hampshire o Maine.

Adecuar el mensaje a la audiencia es un principio básico del comunicador, y Trump es unánimemente reconocido como un gran comunicador. Pero ¿es solo interés o hay convicción? Hughes no se pronuncia, aunque recuerda la opinión del líder evangélico James Dobson, fundador de Focus on the Family, de que Trump ha reencontrado su fe.

En cualquier caso, en una sociedad en la cual van creciendo las personas sin religión (aunque no necesariamente ateos), el presidente ha ido incrementando sus posicionamientos religiosos y morales, incluida una oración ante un monumento a San Juan Pablo II junto a su esposa, la católica Melania, o la primera participación física de un presidente en la Marcha por la Vida con un discurso casi teológico. Algo que no hizo Reagan ni en los años de su segundo mandato, cuando ya era un mito y no tenía un solo voto que ganar ni que perder.

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