Seamos breves, sencillos y pequeños. Justo como Cristo nació.

Se llama día del nacimiento del Señor a la fecha en que la Sabiduría de Dios se manifestó como niño y la Palabra de Dios emitió, sin palabras, la voz de su carne.🔹San Agustín. Sermón 185, 1🔹

▶️ En el contexto de la Espiritualidad Católica: La frase de San Agustín no habla del centro del Misterio de la Navidad: el Dios, que es la Palabra se nace como un niño pequeño sin capacidad de hablar. Su propia existencia como ser humano es el mensaje que nos envía y que nosotros debemos aceptar y comprender

San Agustín nos dice que la carne de Jesús recién nacido, su pequeño cuerpo, su fragilidad, su llanto, son un "grito" sin palabras. Es el lenguaje de la presencia absoluta. ¿Qué nos quiere decir Dios?

En nuestra vida interior, Dios nos invita a redescubrir el valor del silencio y de pequeñez en nuestra relación con Dios. A menudo, nuestra oración está llena de palabras, cientos de palabras. Con esto intentamos explicarle a Dios cómo nos sentimos, qué queremos o que necesitamos. San Agustín nos muestra que la forma más alta de comunicación es el silencio. Pero no un silencio vacío, sino un silencio lleno. ¿De qué está lleno este silencio que comunica? Está lleno de Dios, que es sentido y destino de cada uno de nosotros.

Contemplar al Niño Jesús es entender que Dios no necesita inmensos discursos. No nos va a regañar por hablar de más, pero somos nosotros quienes podemos cansarnos y desesperar. Por ejemplo, estar en silencio ante el Sagrario nos permite ofrecer simplemente y humildemente nuestra presencia, lo que somos. ¿Puede haber una oración más llena y profunda?

Otras veces podemos caer en un espiritualismo desencarnado, pensando que el cuerpo que Dios nos ha dado es un estorbo. San Agustín nos recuerda que la carne de Jesús es Palabra viva. Esto nos permite ver que nuestro humilde cuerpo, lleno de imperfecciones y sufrimientos, es algo que Dios acepta y valora. Nuestro cansancio, lágrimas, enfermedades, tristezas... todo eso es "voz”. Nuestra propia vida biológica grita, frente al Dios, "¡Abba, Padre!" sin necesidad de articular fonemas.

La "Sabiduría se manifestó como niño". En la espiritualidad, quien quiera ser sabio debe hacerse pequeño. La soberbia complica las cosas; la humildad las simplifica. La madurez espiritual es volver a la sencillez de un niño que confía ciegamente en sus padres.

▶️ En el contexto de la evangelización digital: Comunicar "Sin Palabras" parece imposible en n un mundo saturado de información. La gente no lee textos largos ni es capaz de ver largos videos. La "Palabra sin palabras" que San Agustín nos señala es todo un desafío para ser comunicado en las redes sociales. Señalar a Cristo no necesita de largos discursos. San Juan Evangelista simplemente lo señala: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¿Hace falta decir algo más? Sigamos a Cristo.

Al nacer el Señor se muestra como un niño es vulnerable. En redes, tendemos a crear falsas imágenes para mostrarnos fuertes y exitosos. San Agustín nos invita a mostrarnos como un "niño". La vulnerabilidad nos une, nos interconecta. Cuando un evangelizador admite con verdad que tiene un mal día, o pedimos oración porque nos sentimos débiles, estamos usando la voz de nuestra carne humana. Eso rompe la barrera de la pantalla y toca el ser interior de la audiencia mucho más que una pose de perfección. Seamos capaces de decir que no somos santos ni perfectos. Si algo perfecto se ven en nosotros, sólo es el reflejo de la Luz del Señor.

Si la Sabiduría eterna pudo "comprimirse" en un bebé, podemos comprimir un mensaje profundo un texto breve. No hacen falta tomos llenos de pasajes. No despreciemos los formatos pequeños pensando que son superficiales. El reto agustiniano es: ¿puedes poner una gran Verdad en un formato pequeño y accesible.

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