Religión en Libertad

Madre de 6 hijos, creyente y viceministra de Justicia de Lituania: «Los embriones no son objetos»

El feminismo, dice, ha relegado la maternidad y ha generado presión sobre las mujeres

Zamaryte-Sakaviciene sostiene que muchas mujeres viven atrapadas en la culpa por priorizar la maternidad.

Zamaryte-Sakaviciene sostiene que muchas mujeres viven atrapadas en la culpa por priorizar la maternidad.archivo

Redacción REL
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La historia de Kristina Zamaryte-Sakaviciene comienza con una escena aparentemente cotidiana: el nacimiento de su quinto hijo. La reacción incrédula de una enfermera —que incluso le sugirió que no volviera— se convirtió en todo un recordatorio de cómo la sociedad mira con suspicacia a las familias numerosas

Años después, cuando dio a luz a su sexto hijo, aquella experiencia se había transformado en un símbolo de resistencia y de alegría ante la maternidad.

Una madre de fe

Hoy, esa misma mujer ocupa uno de los puestos políticos más relevantes de Lituania como viceministra de Justicia. Su nombramiento ha sido recibido con entusiasmo por muchos, que destacan su coherencia moral y defensa de la familia como eje de la vida pública.

Su llegada al Ministerio de Justicia en 2025, bajo la dirección de la ministra Rita Tamašuniene, ya supuso un paso decisivo en una trayectoria marcada por el servicio

Zamaryte-Sakaviciene con uno de sus hijos.

Zamaryte-Sakaviciene con uno de sus hijos.archivo

La responsabilidad que tendrá a partir de ahora abarcará áreas tan diversas como el derecho civil y administrativo, la mediación, la política forense y el desarrollo del sistema legal del país. Ella misma describe este cargo como una mezcla de vocación y logro profesional, fiel a su deseo de contribuir al bien común y a la protección de los derechos humanos.

Formada en derecho y ética, su carrera comenzó en 2006 en el parlamento lituano y continuó en organismos de control sanitario y en instituciones dedicadas a la bioética y a la promoción de valores sociales inspirados en la doctrina social cristiana

Para ella, la fe y la ley no se excluyen: ambas buscan la verdad y la justicia, y los derechos humanos, afirma, no dependen de creencias religiosas, sino de la dignidad inherente a cada persona.

Su ascenso ha generado tanto apoyo como debate. Figuras como el cardenal Sigitas Tamkevicius y el arzobispo Kestutis Kevalas han defendido públicamente su nombramiento, subrayando que la fe no puede ser motivo de exclusión en una democracia

Tamkevicius, ex prisionero político bajo el régimen soviético, elogió su "clara postura cristiana sobre la vida, la familia y la sexualidad", y la calificó como "un ejemplo inspirador para los católicos seculares y todas las personas de buena voluntad de que no necesitamos ser observadores pasivos de lo que está sucediendo en la Lituania de hoy, sino defender claramente los valores eternos".

Sin embargo, su defensa abierta de la vida y de la familia la coloca a menudo en tensión con una cultura marcada por el individualismo y por una visión del feminismo que, según ella, ha relegado la maternidad y ha generado nuevas presiones sobre las mujeres.

Zamaryte-Sakaviciene sostiene que muchas mujeres viven atrapadas entre la culpa por priorizar la maternidad y la culpa por retrasarla. Para ella, recuperar el valor social de la maternidad es esencial para sanar esa fractura emocional.

Su enfoque político se articula en torno a una idea central: el interés del niño debe ser el criterio principal en las decisiones del Estado

Esto se refleja en su postura sobre la reproducción asistida, el aborto y la manipulación de embriones, ámbitos en los que insiste en que la justicia —no la religión— exige proteger la vida desde la concepción y evitar que los niños se conviertan en objetos de deseo o conveniencia.

La político insiste en que la vida comienza en la concepción, en que "los niños nunca deben ser tratados como objetos del deseo o conveniencia de los adultos". Con respecto a la fecundación in vitro, le preocupa una cultura que "espera que los niños se adapten a las decisiones de los adultos"

La creciente manipulación de embriones, dice, "está impulsada por cambios culturales que elevan la conveniencia, los deseos y los intereses de los adultos por encima del derecho de un niño concebido a nacer y a vivir".

"Los embriones humanos no deben ser tratados como un objeto", explica. "Los gobiernos deben apreciar a la familia natural, no por mandatos religiosos sino por respeto a la ley natural".

La experiencia de otras mujeres, como la maestra Virginija Krasauskiene, despedida tras tener a su tercer hijo, confirma para ella que la sociedad aún mira con recelo a las familias numerosas. Frente a ello, Zamaryte-Sakaviciene reivindica la maternidad como una escuela de virtudes y como una fuente cotidiana de sentido.

En su vida personal, reconoce el papel fundamental de su esposo, también abogado, con quien comparte la responsabilidad de criar a sus seis hijos. Esa colaboración, afirma, demuestra que es posible armonizar la vida familiar con el servicio público cuando existe un propósito común.

A los jóvenes que desean dedicarse a la política les aconseja no ocultar sus convicciones, incluso si ello implica sacrificios profesionales. La verdad, sostiene, no necesita imponerse: basta con ser fiel a ella.

Su fortaleza interior, explica, proviene de la educación recibida de sus padres, quienes le transmitieron el amor por el conocimiento, la libertad de pensamiento y la confianza para afrontar desafíos. Ahora, desde su cargo, está convencida de que la renovación moral de Europa pasa por redescubrir la dignidad humana como fundamento de toda justicia.

En un contexto político donde la fe puede ser vista como un obstáculo, su figura recuerda que la firmeza ética y la compasión no solo pueden coexistir, sino iluminar el camino de una nación.

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