Paco Segarra: «Hay un interés demasiado perverso en retrasar la datación de los Evangelios»

Paco Segarra.
Desde hace algunas semanas está en las librerías El hombre que mató a Jesús (Ciudadela), de Paco Segarra y Marco Liotto. ¿Es una novela? Sí, pero no. Hay en ella hechos y datos reales, como las investigaciones del papirólogo español José O´Callaghan (1922-2001) y su célebre identificación del manuscrito 7Q5 de Qumrán, que certificó la datación temprana de los Evangelios. Y hay en ella también intrigas internacionales contra la Iglesia -que también tiene sus defensores- donde los autores no dejan muy claro hasta dónde llega la ficción y qué elementos son verídicos. Segarra aclara algunos de estos aspectos para ReL.
¿Tan importante es la datación de los Evangelios como para protagonizar una novela?
Sí, porque si se confirma que están escritos muy cerca de la muerte y resurrección de Jesucristo, entonces es que están escritos por testigos presenciales. Eso les daría carácter casi de verdad científica. Sabemos que Jesucristo ha resucitado por la fe, pero se le añadiría una prueba. Todo lo que narran entonces los Evangelios sería aún más verosímil. Y hay quien no quiere que estas pruebas existan.
¿Haste al punto de matar por ello?
Yo creo que sí. ¿No se mata por una idea? Ya ha sucedido, recordemos por ejemplo las luchas entre arrianos y cristianos.
Esta vez, con la papirología por medio...
Cuando O’Callaghan planteó su hipótesis sobre el papiro 7Q5 de Qumrán, se le echaron encima con auténtica rabia. Como si hubiera algo ahí que echase chispas. Y al final, aunque acabaron diciéndole que sí, que los autores de los Evangelios fueron testigos presenciales, alegaban que pasa un tiempo entre la idea de escribir y el hacerlo, que hay una primera redacción y luego una segunda, etc.
Total, que se empeñaban en que se escribieron a finales del siglo I...
Hay un interés demasiado perverso en denigrar estos hallazgos. Tiene un punto demoniaco. Si no, no tendría sentido tanta indignación. Lo mismo le pasó a Carsten Peter Thiede (1952-2004) cuando identificó en Oxford el Papiro Magdalena, también le atacaron con una rabia tremenda.