Mundo: Párate
Oración-luz
Quizás estés de vacaciones, rezando unos días, o descansando lo que puedas de un año de trabajo. Pero, hoy a este mundo, le digo: Mundo párate. Párate, y mira de dónde vienes y hacia dónde vas.
Cada uno de nosotros vivimos en una ciudad, en un pueblo, o en una gran capital. Pero hagas lo que hagas, o tengas lo que tengas, la vida en la tierra se termina para todos. Cuando tus días finalicen, aquí se quedará todo lo que tienes: tus casas, pobres o ricas, tus proyectos, tus salidas y tus entradas. Todos tus planes quedarán en un segundo, tercer o último plano, porque ya no estarás aquí para poder realizarlos.
Entonces, porque no te paras un momento, y piensas, incluso rezas, porque estás haciendo lo que haces, porque tienes lo que tienes, o sobre qué construyes tu vida. Piensa, mira al tu alrededor y observa en tu interior que es lo que llena tus días, o sobre qué construyes tu existencia.
Estos días en los que paseo por la ciudad, y hay menos gentes por ella, observo cosas que me llaman la atención. El tiempo lo queremos tener tan controlado, que pase todo tan rápido, que aceleramos el ritmo de las cosas, y los acontecimientos de la vida. Todavía no ha terminado el verano, y ya surgen planes de vacaciones pero el verano del año 2026. Estamos en agosto, y ya nos venden la lotería de Navidad. Llega la nueva temporada y parece que está preparada para el próximo verano. Estamos en verano, y ya pensamos en el turrón, o la Navidad. Hemos acelerado tanto la vida, que ya vivimos, pensado en lo siguiente que toca, lo que haremos, o no sé cuántas cosas más. ´
Y si mañana nos piden la vida. ¿Qué pensamos haber hecho, o haber dicho a los demás, allá donde nos movemos? Solo tienes un momento, esté en el que te encuentras. Solo eso. Lo demás es pasado, y el futuro no lo puedes controlar. Puede llegar una enfermedad, y entonces pierdes todo tu futuro, en un instante.
Entonces, ¿qué podemos hacer?, cuando parece que el mundo se ha puesto a correr, hemos entrado en una carrera que parece que no tiene fin, ni ningún sentido. Pues piensa, ahora en tu único presente, en tu única existencia, porque no tienes otra cosa.
Si todo lo que tienes se quedara aquí cuando te llamen, y te pidan la vida. Entonces, te invito a que cierres los ojos, y dediques un breve espacio de tiempo, a dejarte llenar de aquellas cosas que quieres llevarte cuando te pidan la vida.
Seas creyente, o no. Pienses que Dios existe y te ama, o que quieras vivir como si Dios no existiera y dejarte mover por el imperativo: Todo vale. Una cosa es clara: Dios existe y Dios es amor. Y cuando se te reclame la vida, te encontraras con él, y solo te dirá una cosa: ¿Me has amado? ¿Has amado a los que puse en tu vida, para que los acompañaras y cuidaras? Entonces, si quizás puedas reflexionar sobre estas preguntas, te pararas.
Te pararas, para darte cuenta, que quizás las personas son más importantes que unos planes de vacaciones. Veras que esa persona a la que tanto amas, está pasando un mal momento. A lo mejor no puedes hacer tus fantásticos planes de verano, pero podrás ayudar a alguien que necesita tu consuelo.
Puedes pensar que tu dinero se quedara aquí, pero si le podrás presentar a Dios, a cuantos les ofreciste un bocadillo, cuando te pedían de comer, a cuantos invitaste porque les tienes cariño. Cuantos detalles pudiste hacer sin esperar nada a cambio.
Quizás es el momento de pensar este verano, porque no te relacionas con algunas personas, en tu trabajo, en tu parroquia… Puedes aprovechar este tiempo tan aburrido, en el que solo nos quejamos del calor, cuando hace calor, de la lluvia o del frio, y lo tomamos como un deporte nacional, a hacer esa llamada de teléfono a esa persona que no hablas porque no piensa como tú.
También te invito a que pares por unos instantes y veas a tu alrededor todos los detalles que quizás piensas que se dan por casualidad, pero que si te paras podrás comprobar que es Dios es el que los pone para ti.
Te invito a decir: Stop. Quiero vivir esta vida como si no tuviera otra, pero no para dejarme llevar del vértigo, sino para tener una existencia que sabe que al final solo le preguntaran cuanto has amado, en que has gastado todo lo que has recibido y en qué has empleado todo lo que te ha sido regalado.
Si todo lo vieras como recibido, y viviéramos con una actitud de sorpresa como los niños, que solo piensan en el hoy de su vida. Entonces, no tendríamos que controlarlo todo, y estar deseando lo siguiente porque esto ya no me vale, y ante situaciones difíciles de cualquier verano o de la vida, nos daríamos cuenta que lo importante es dejarnos amar por un Dios, que viene a colmarte de todo, porque solo, Él es, la esperanza del mundo.
Belén Sotos Rodríguez