Religión en Libertad

cielo-azul

Creado:

Actualizado:

xml.err

Hoy el cielo ha amanecido azul en Madrid. El sol resplandece pero todavía no ha llegado el año ansiado verano, que muchos anhelamos, después de tanto tiempo de lluvia. Pero el cielo se ha abierto para que podamos ver su color azul, y eso nos da mucha alegría a muchos.

Pero, el cielo se abre cada día para nosotros. Es el cielo donde ya podemos vivir, el cielo de la santidad de Dios. El lugar donde mora Dios. El sitio donde somos observados por tantos, que se han reconocido como hijos de Dios. Es nuestro corazón cuando dejamos que sea habitado por Dios.

Podemos mirar a lo alto, y ver a tantos que ya están gozando de Dios. Supone dejarnos amar por ellos. Envolvernos en su presencia. Implica poder gozar con ellos de un Dios que en su Espíritu nos quiere envolver por completo. Es mirar a lo alto, sin perder de vista que aquí nosotros, tú y yo estamos de camino.

Ser santo supone mirar al cielo, y decir aquí estoy Señor, para amarte. Tenemos muchas ganas de verle, y contemplar su rostro, pero todavía nos queda un poquito, poder vivir ya aquí como hijos de Dios. Ser santo es confiar, dejarse hacer, es entregarse a Dios y los demás, sin reservas. Es hacer lo cotidiano, cocinar, fregar, aquello que nadie ve, como si no hubiera otra cosa mejor que hacer. Pues en ello ponemos toda nuestra fuerza del amor que no se busca sino que se da.

Santidad parece una palabra que nos exige, que nos compromete. Pero la santidad es vivir con alegría aquello que nos toca vivir. Una enfermedad, un malestar en el trabajo, una operación. También ver los momentos de felicidad, mirando al cielo. En todo momento es necesario mirar al cielo. En la dificultad porque es Dios quien nos da su fuerza, y si le miramos a él, a lo mejor hay situaciones que no se pueden arreglar, pero lo importante es que vamos con él. En la alegría también es necesario poner la mirada en él, para no pensar que viene de nosotros.

Una cosa es clara, Dios te quiere ver feliz. Y eso es ser santo: ser feliz. Es posible, que me digas: eso para mí ahora mismo no es posible, por lo que vivo y me rodea. Pero, no te desanimes, Dios está contigo a tu lado, en medio de todo lo que vives. Y eso nadie te lo puede quitar. Dios es un Dios alegre, y esa alegría profunda nadie, ni nada te la puede quitar. Ser santo es ser feliz, porque Dios está contigo y de tu parte.

Ser santo es vivir de la alabanza a Dios. Es decirle a Dios eres grande y poderoso. Eres un Dios de amor y de misericordia. Eres la persona que más me ama. Eres el Dios del júbilo y de la fiesta. Eres un Dios santo, el Dios de la belleza y la hermosura. El Dios de la paz, y de la calma. Y decirle todo eso a Dios nadie te lo puede impedir. Aun cuando lo pases mal. Y lejos de apártate de él, hace que le pongas a él como el centro. Todo eso te ayudará a vivir cada situación, difícil o alegre alabando a Dios. Él te dará todo lo suyo: su hermosura, su alegría, su paz, su belleza y su santidad. No tendrás que vivir pensando en lo que te preocupa, e incluso te da felicidad. Sino solo Dios, solo él.

Ser santo es levantar las manos y los brazos al cielo, y decirle al Señor: aquí estoy. Él sabe que estas y lo buscas. Pero quiere oírtelo decir. Sabe que le amas, pero quiere escucharlo de tus labios. Él conoce todo lo que vives y te preocupa, pero quiere se lo cuentes. Puedes hasta enfadarte con él. Pero siempre vence, porque sabe, que solo en él lo encontraras todo. Por eso, quiere que te acerques a él, para que te sientas escuchado. Muchas veces el guarda silencio, y parece que no llega la respuesta. No dudes. Él lo va hacer todo para ti, porque quiere regalarte una vida sin fin, en la que sueñes con él. Quiere regalarte lo mejor. Pero espera y confía. Su amor y su entrega por ti, no tiene límites, ni conoce barreras. Él se entregó por ti, murió por ti, y resucitó por ti, para darte la vida que nunca se acaba.

Ser santo es adorar a Dios, con toda tu alma y todo tu ser. Los santos en el cielo, lo adoran sin fin. Tú te puedes unir a ellos aquí en la tierra, y postrarte ante un Dios que te ha creado por amor. Él es tu Dios. Lo es todo para ti. Te ama y te conoce. Postrarte ante él, no te quita nada, sino que Dios te lo da todo. Rinde tu vida a él, déjale el control y veras como las cosas empiezan a cambiar.

Muchos nos han precedido y ya han vivido todo esto. Ellos nos ayudan a vivir en esta vida, como si estuviéramos en el cielo. Ellos ya contemplan a Dios, y le aman por toda la eternidad. Tú acompañado de su presencia puedes hacer que tu existencia sea ya vivir del cielo.

Belén Sotos Rodríguez

Suscríbete

y recibe nuestras noticias directamente