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EVANGELIO

No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

«Sígueme».

Él se levantó y lo siguió.

Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.

Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:

«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»

Jesús lo oyó y dijo:

«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Palabra del Señor.

Avisos:

  • Anuncio en Madrid: viernes 5 de julio a las 20h en la parroquia de las Tablas (Santa María de la Soledad Torres Acosta y San Pedro Poveda)
  • Retiro en Madrid:12 a 14 de julio (Casa de Espiritualidad Emaús – Oblatos): Completo.
  • Retiro en Bilbao: 19 a 21 de julio (casa espititualidad Larrea) Infórmate e inscríbete aquí:http://wp.me/p6AdRz-1N0
  • Retiro de Palma de Mallorca: del 26 al 28 de julio. Infórmate aquí: https://forms.gle/mc8nacYhiTBmeGcV6


(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)

  • Retiro en Madrid: 13-15 de septiembre (Casa de Espiritualidad Emaús – Oblatos)
  • Retiro en Málaga: 04-06 de octubre
  • Retiro en Sevilla: 18-20 de octubre


Se adentra y se conmueve.

La mirada revela lo que hay en el interior del alma. Revela la inocencia, la frialdad, la dureza de corazón, el rencor, la alegría… Contemplo hoy la mirada de Jesús y me seduce, me conquista. ¿Qué hay de especial en Su mirada?

La mirada misericordiosa es esa que no se para en lo superficial, en lo sensible ni en las sensaciones, sino que profundiza y es capaz de adentrarse en el corazón del miserable. Ve la grandeza del pecador, ve su sufrimiento, su ceguera, y se conmueve. Sí, la mirada misericordiosa conmueve las entrañas del que mira así. Contemplo a Jesús, que me mira conmovido por mi pecado y, me convierte radicalmente.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: He aprendido a amarte, esposa. Contemplando a Jesús en la Pasión, contemplando Su mirada, he aprendido a mirarte más allá de lo externo, a superar mis juicios, a obviar las heridas que me causas y centrarme en lo profundo de tu corazón, en tu sufrimiento, en tu angustia, en tus miedos… He aprendido a amarte en tu miseria, y es lo más hermoso que he experimentado.

Ana: Lo he notado, Andrés. Lo he visto en tu mirada. Esa mirada sólo puede venir de Dios.

Andrés: Alabado se por siempre.

Madre,

Contemplo a Jesús a través de tus ojos, y descubro la grandeza de Su Sagrado Corazón. Gracias por mostrármelo. Alabado sea Dios que nos ama con un amor sobreabundante, que es más fuerte que el pecado y que la muerte.

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