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Fuente de la fama

Fuente de la famaJesús Ortiz

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Los jardines de la Granja de San Ildefonso, Segovia, son famosos por su belleza, variedad y fuentes alusivas a la mitología. Entre otras destaca la Fuente de la Fama que se alza triunfadora sobre los despojos de la guerra, los engaños y las mentiras, el chorro alcanza treinta metros de altura, la mayor entre las fuentes, al señalar que la fama es un valor conquistado a base de esfuerzos muy notables, y sirve de referencia a muchos.

Contra la buena fama

En nuestro mundo globalizado y en permanente conexión, donde las ideologías manipulan e impera tantas veces el anonimato, se destruye la reputación de personas e instituciones, hasta llegar al poder sin los requisitos democráticos. El respeto a la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra que puedan causarles un daño injusto, porque el derecho al honor y a la buena fama tanto propio como ajeno es un bien más precioso que las riquezas, y de gran importancia para la vida personal, familiar y social.

Los juicios temerarios

Al convivir y trabajar con tantas personas, familiares, amigos, vecinos, pueden cruzarse en la mente juicios precitados contra algunos de ellos, y suelen manifestar nuestra postura ante una persona determinada. La madurez personal, la experiencia de nuestros errores, y la caridad, llevarán a suspender el juicio incipiente y frenar la imaginación. El juicio temerario se da cuando, sin suficiente fundamento, se admite como verdadera una supuesta culpa moral del prójimo, por ejemplo, juzgar que alguien ha obrado con mala intención, sin que conste así. Ayuda mucho recordar el consejo serio de Jesucristo: «No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis, y no seréis condenados» (Lucas 6,37).

La difamación es cualquier atentado injusto contra la fama del prójimo: puede ser como detracción o maledicencia; y también como calumnia, que consiste en atribuir al prójimo pecados o defectos falsos. Esta calumnia encierra una doble malicia: contra la veracidad y contra la justicia, y es tanto más grave cuanto mayor sea la calumnia y cuanto más se difunda.

Calumnia

En la Galería de los Uffizzi de Florencia se encuentra el famoso cuadro de Botticelli sobre la calumnia que equivale a un tratado sobre estos pecados. La historia es la siguiente: Apeles fue el pintor elegido por Alejandro Magno para perpetuar su imagen casi divina, luego fue acusado de traición por un pintor envidioso, y encarcelado por ello, aunque después se descubrió la verdad contra esa calumnia. Aparecen algunos personales como: Calumnia en figura femenina que arrastra a Apeles tomado por la melena, lo mismo la Sospecha, la Ignorancia, el Rencor, la Envidia, todas ellas ante el rey Midas, mientras en la parte más alejada se encuentra la Penitencia y la Verdad.

Quien ha caído en la difamación, ya sea murmuración o en la calumnia, está obligado a poner los medios posibles para devolver al prójimo la buena fama, en la que injustamente ha sido lesionado. Afirman los moralistas que se han de reparar cuanto antes también los daños materiales, que eficaz y culpablemente se han seguido de la difamación si se habían previsto, al menos confusamente. ¡Qué lejos queda esta actitud moral de justicia en una parte de la vida política actual -difundir investigaciones sub iudice, dossiers fruto podrido de ciertos espionajes- y en medios de comunicación: redes sociales, confidenciales, televisión, radio, y prensa escrita.

Por eso tienen mérito aquellos agentes de información y de opinión que se esfuerzan por ser veraces, constatar las noticias, y respetar la presunción de inocencia, derecho de todas las personas. Su lucha puede parecer desigual pero deben saber que una conciencia tranquila vale más que algún éxito informativo.

En fin, una sociedad digna de este hombre tiene que estar construida sobre la verdad acerca del hombre mismo, de la familia y de las relaciones humanas. En este sentido, la doctrina cristiana ofrece una antropología realista que reconoce que todas las personas son criaturas de Dios, con igual capacidad para conocer la verdad y adherirse al bien, para responder libremente a la misión santificadora de este mundo y para establecer relaciones estables de fidelidad. Esta concepción esperanzada del ser humano es una luz creativa para cualquier cultura, sobre todo en tiempos de dudas acerca del ser humano y de escepticismo sobre la verdad objetiva capaz de edificar una sociedad sobre el sólido fundamento de la verdad.

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