LVI Jornada de las Comunicaciones sociales.
Evangelizando en las redes (1)
Este domingo 29 de mayo, celebramos la ascensión de Nuestro Señor y además, la LVI Jornada de las Comunicaciones Sociales. Creo interesante centrarnos en la comunicación, empezando por un grupo de tres textos en los que nos podemos basar:
Desde 1967, el Papa difunde un mensaje en relación a la comunicación y la sociedad. Fue Pablo VI quien instituyó la Jornada y elaboró el primer mensaje. En ese primer mensaje, Pablo VI nos decía:
Pablo VI nos habla de la comunicación asociada a “falsas perspectivas, con ilusiones engañadoras, con seducciones degradantes”. El problema de las fake news, ideologización comunicativa, spamming, etc, ya estaban presentes entonces. Podríamos decir que siempre ha existido. Un problema que ha ido creciendo hasta llegar a grados de falsedad e ideologización considerables. La sociedad moderna vive en una constante ensoñación inducida por los medios de comunicación masas. El cristiano no debe dejarse llevar por esto, porque Cristo no una idea, una actividad o una propuesta humana. Cristo es la Verdad. En su novela “1984”, George Orwell indicaba:
La comunicación es una herramienta humana. Con un trozo de metal afilado, podemos crear el bisturí que salva vidas. También lo podemos usar para crear un cuchillo con el que asesinar. De ahí que el cristianismo del siglo XXI necesite discernir y comprender, antes que seguir ciegamente lo que ideológicamente sea bien visto en cada momento histórico.
El Mensaje que el Papa Francisco ha difundido este año, aporta una serie de indicaciones interesantes:
… Siguiendo en esta línea, deseo ahora centrar la atención sobre otro verbo, “escuchar”, decisivo en la gramática de la comunicación y condición para un diálogo auténtico.
… cuál era la mayor necesidad de los seres humanos. Respondió: “El deseo ilimitado de ser escuchados”. Es un deseo que a menudo permanece escondido, pero que interpela a todos los que están llamados a ser educadores o formadores, o que desempeñen un papel de comunicador: los padres y los profesores, los pastores y los agentes de pastoral, los trabajadores de la información y cuantos prestan un servicio social o político.
El hombre, por el contrario, tiende a huir de la relación, a volver la espalda y “cerrar los oídos” para no tener que escuchar. El negarse a escuchar termina a menudo por convertirse en agresividad hacia el otro…
En la acción pastoral, la obra más importante es “el apostolado del oído”. Escuchar antes de hablar, como exhorta el apóstol Santiago: «Cada uno debe estar pronto a escuchar, pero ser lento para hablar» (St 1,19). Dar gratuitamente un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad.
A esta última indicación, señalada por el Papa Francisco, humildemente añadiría algo que creo sustancial. Escuchar es lo primero, no cabe duda. Pero el siguiente paso es todavía más importante: entender y atender a quien nos habla. ¿Dialogar? ¡Claro que es importante dialogar! Es justamente lo que el Apóstol Santiago no indica en la cita que abre este texto y que el Papa Francisco cita parcialmente en su mensaje. Es importante leerla completa para comprender todo lo que el Apóstol Santiago dice. Por otra parte, no confundamos dialogar con enfrentarnos. Dialogar necesita de escucha y caridad. Dialoguemos tras entender y atender. La caridad (Amor) debe ser el primer paso en todo diálogo.
Escuchar necesita que entendamos y atendamos a quien nos habla. ¿Quién hace posible esto? Lo tenemos claro, el Espíritu Santo hace el milagro comunicativo. ¿Por qué oramos tan poco al Espíritu Santo? Seguro que se debe a que olvidamos que su esencial presencia. Una presencia fundamental en todo proceso comunicativo. Es el catalizador positivo que genera sinergias de atención y entendimiento. Hermanados por el Paráclito, llevaremos las semillas del Reino donde puedan crecer y dar frutos. Pero si nos dedicamos a comunicarnos entre nosotros mismos las ideologías del momento o las consignas que nos dan relevancia social, la Torre de Babel volverá a caer sobre nosotros. ¿Hasta qué punto la crisis eclesial no evidencia que esto está sucediendo actualmente? Es un tema para pensar y meditar.