Religión en Libertad

Nuevos mandamientos

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Los nuevos mandamientos del pensamiento único

Vivimos en una época que se proclama libre y emancipada, pero que impone con celo inquisitorial una nueva religión: la del pensamiento único. Ya no se trata de buscar la verdad, sino de repetir el relato oficial. Las antiguas tablas de la Ley han sido sustituidas por el dogma progresista de la Agenda 2030, el pensamiento woke y la ideología líquida que brota de universidades, organismos internacionales y plataformas digitales. ¿Cómo serían los mandamientos si Moisés los recibiera hoy en Davos en lugar del Sinaí?

He aquí los nuevos mandamientos de esta fe sin Dios, pero con muchos sacerdotes:

1. Amarás al Estado por encima de todas las cosas, especialmente cuando se disfraza de ciencia, inclusión o ecología.

2. No tomarás el nombre de la ideología en vano, ni cuestionarás sus nuevos credos: género, diversidad, clima, interseccionalidad.

3. Santificarás los días de visibilidad, los del orgullo, la tierra, la mujer, el unicornio no binario o cualquier efeméride decretada por la ONU.

4. Honrarás a tus identidades autopercibidas y a las de los demás, aunque cambien cada semana.

5. No discriminarás, salvo si se trata de cristianos, padres tradicionales o quien ose hablar de naturaleza humana.

6. Consentirás todos los deseos sexuales mientras haya consentimiento, porque la virtud es represión y la castidad, una patología.

7. Compartirás lo que el algoritmo te permita, pero no tendrás propiedad verdadera, salvo si eres una multinacional o un influencer con los hashtags correctos.

8. No dirás la verdad si incomoda al relato oficial, porque los sentimientos están por encima de los hechos.

9. Codiciarás el poder del relato y la virtud señalada en redes, que vale más que la humildad o el sacrificio.

10. Codiciarás la desconstrucción del otro, sobre todo si piensa distinto o se atreve a citar a San Pablo.

En esta nueva religión no hay pecado, pero sí delitos de pensamiento. No hay infierno, pero sí cancelación. No hay redención, salvo que abraces con lágrimas públicas la causa del momento. La paradoja es que, en nombre de la libertad, se nos impone una sumisión total al dogma. Quizá ha llegado el momento de volver a las tablas originales. Las que no pasan de moda porque fueron escritas no por hombres, sino por el dedo de Dios.

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