La preciosa historia de la estatua de Pizarro en Lima

Estatua de Francisco Pizarro en Lima
La maravillosa estatua del conquistador del Perú, Francisco Pizarro, en Lima, que acaba de volver al centro de la ciudad con todos los honores, y cuyo caballo ha demostrado la habilidad de cabalgar a pesar de ser de bronce, pues ha ocupado ya tres emplazamientos diferentes en las últimas dos décadas, y una cuarta que es la que se dispone a ocupar ahora, tiene una historia verdaderamente hermosa. Y tanto como hermosa, inesperada y desconocida.
La de Lima es sólo una de las tres estatuas realizadas con el mismo molde por las manos de ese gran amante de España que fue el escultor norteamericano Charles Cary Rumsey, nacido en Búfalo en 1879, en una acaudalada familia, -lo que posibilitará la esmerada educación que Charles recibirá en la Universidad de Harvard, la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston, y la École des Beaux-Arts de París-, en la que el padre, Laurence Dana Rumsey, era un hombre de negocios exitoso, y su madre, Jennie Cary Rumsey, la hermana del escultor Seward Carey, de donde hereda Charles su pasión por la escultura.

Charles Cary Rumsey
De las tres estatuas iguales, una de ellas puede admirarse en la ciudad natal de su autor, Búfalo, en la entrada al Museo Albright Knox. La segunda en la Plaza Mayor de la bella ciudad extremeña de Trujillo, cuna del conquistador, donde fue emplazada en 1929. Y la tercera en la ciudad de Lima, fundada, no lo olvidemos, por el propio Francisco Pizarro, que lo hace el 18 de enero de 1535, cuando ya ha completado una de las grandes conquistas de la Historia, la del Imperio Incaico, de dos millones y medio de kilómetros cuadrados y una población que cabe estimar en algo superior a los diez millones de habitantes: el gran imperio americano, el doble en población que el Imperio Azteca, y con una extensión ocho veces superior.
La estatua fue realizada para la Panama Pacific Exposition, celebrada en la norteamericana ciudad de San Francisco en 1915, con motivo de la apertura del Canal de Panamá, donde acompañaba a otra de Hernán Cortés.
Por lo que se refiere a la afición del escultor hacia el motivo, poco tiene de particular: su padre era un experto admirador de la conquista y evangelización españolas de América, admiración que, como se ve, no halló ninguna dificultad en transmitir al hijo. Que se trate de una extraordinaria estatua ecuestre tampoco debe extrañar a nadie, siendo como era Rumsey reputado jugador de polo, y en consecuencia, muy familiarizado con el mundo ecuestre.
Fueron realizadas en bronce mediante el procedimiento de la cera perdida: la escultura se realiza en cera que proporciona el modelo a partir del cual se realiza el definitivo ejemplar en hierro o bronce.
Por lo que hace a la estatua de Lima, fue inaugurada el 18 de enero de 1935, con ocasión de la celebración del IV Centenario de la fundación de la ciudad, y fue donada para la ocasión, pues Charles había ya fallecido, por la generosísima y bellísima viuda del escultor, Mary Harriman, perteneciente como él, a una acaudalada familia, ni más ni menos que la del magnate del ferrocarril Edward Henry Harriman.

Mary Harriman
Por lo que se refiere a la de Trujillo, en España, es, como la anterior, producto de la donación de Mary Harriman, y es, también, inaugurada por ella, cosa que hace el 2 de junio de 1929 en presencia de nada menos que D. Miguel Primo de Rivera, presidente del Consejo de Ministros en el período conocido precisamente como Dictadura de Primo de Rivera. Aunque el rey Alfonso XIII había anunciado su presencia, al final no asistirá. El que sí estuvo, en cambio, fue el Duque de Alba, verdadero muñidor de la erección de monumento en Trujillo, pues era él el que había entrado en contacto con la Señora Harriman gracias a haberla conocido en la India con ocasión de una cacería. Mary Harriman no sólo costeó el porte del monumento hasta Trujillo, sino que, por costear, costeó hasta el pedestal y la instalación del mismo en su bellísima plaza.
Hechos que quedan inmortalizados para el recuerdo y para el agradecimiento de todos los españoles, y particularmente de los trujillanos, en la inscripción que figura en la parte trasera del pedestal de la estatua, en la que se puede leer:
“Carlos Rumsey de New York labró la estatua. La señora Rumsey la donó a la ciudad de Trujillo, 1927”.
Inscripción en la que llama poderosamente la atención la españolización del nombre del escultor (Charles por Carlos), no así, en cambio, el de la ciudad que le vio nacer (Nueva York).
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©Luis Antequera
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