Religión en Libertad

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P. Francisco Sánchez-Marco Sancho, S. I.

(Pamplona, Navarra, 31/03/1944 – El Paso, La Palma, 30/03/2015)

Se nos ha ido Paco Sánchez-Marco en día anterior de su cumpleaños (31 marzo 1944).

Iba a decir que casi sin despedirse. Pero la verdad es que todas las vísperas de Semana

Santa me llamaba para decirme que emprendía el viaje de Semana Santa a La Palma,

donde estaba un mes. Este año estaba especialmente contento porque el párroco le había

pedido que si podía quedarse 2

meses porque él tenía un cursillo de

Teología en Roma, y le dijo que

encantado, pues en La Palma

disfrutaba mucho. Predicaba,

confesaba, pero además se paseaba,

nadaba, leía y comía pescado

palmero.

Éramos muy amigos, desde que

entramos juntos al noviciado, y

cada 15 días teníamos una larga

parrafada por teléfono sobre cómo

nos iban las cosas. Le seguí de cerca

estos 52 años de jesuita.

Como era un chico listo, en el

noviciado el maestro Vélaz ya le hizo distributario desde el primer año, con derecho a

reloj de bolsillo y envidia de todos.

En la filosofía lo mandaron a Pullach. Más tarde paso un buen tiempo de la formación

en México haciendo la carrera de Antropología, que la disfrutó mucho y que la

introdujo en la universidad de Deusto. En ella dio clases hasta su jubilación el año

pasado.

Volvimos a coincidir en Valencia, del 68 al 70. Yo como maestrillo y él haciendo las

comunes en la universidad y tutor de los estudiantes del recién estrenado colegio mayor

CEM con Sarrias y Miravet. Era un gran deportista y lo suyo era el baloncesto. No sé

cómo pero en Valencia logró fichar por el equipo de baloncesto que estaba en 2ª

división. Estaba encantado de que durante todo ese tiempo ni el entrenador ni sus

compañeros se enteraron de que era jesuita.

Más tarde pidió destino al Congo donde estuvo de profesor de Filosofía en el filosofado

de Kinshasa más de 20 años. Daba presocráticos, Platón, filosofía marxista etc. De vez

en cuando se venía un semestre a Comillas para ir haciendo su tesis doctoral a trozos,

que terminó brillantemente (sobre Paul Ricoeur). También aprovechó el año de tercera

probación para hacerlo en México con el P. Elizondo con el que le unía una gran

amistad.

También era muy cinéfilo y los fines de semana como no tenía mayor entretenimiento

en el filosofado, se dedicaba a ver películas o a jugar al tenis. Durante mucho tiempo

fue el ministro de los filósofos.


El Paso, lugar de su fallecimiento


Llegó un momento que le pareció que la “aventura” africana había terminado. La razón

que más aducía era que la Iglesia se estaba haciendo cada vez más europea y menos

africana y que eso no le convencía nada.

Era un buen intelectual y de vez en cuando escribía artículos que mandaba a los amigos.

Cuando volvió a Loyola lo destinaron a Deusto. Allí impartió antropología y filosofía y

fue tutor de los colegiales del colegio mayor, siendo muy querido por todos, jesuitas y

estudiantes.

Allí seguía siendo muy deportista. Y haciendo buenos paseos de footing por el monte de

Deusto, un día el cardiólogo le descubrió unas cardiopatías por las que había que

hospitalizarle 2-3 semanas en la clínica hasta que lo devolvían a casa. En estos años eso

le ocurrió media docena de veces. No sé si llegó a saber qué le pasaba, pero sí que

estaba amenazado del corazón y no lo podía prever con tiempo.

Ahora en du despacho del colegio mayor estaba feliz haciendo 3 cosas: como tutor de

los estudiantes, a los que le decía la misa diaria, leyendo filosofía y sobretodo hace 3

años descubrió lo bonito que era escribir el propio diario desde que entró en el

noviciado hasta ahora. Cuando lo tuviera ya casi terminado me prometió dejármelo para

que lo leyera yo y comentarlo.

Paco, fuiste un jesuita magnífico y una persona entrañable. Los que te hemos conocido

y tratado damos gracias a Dios por ello. ¡Descansa en paz!.

Carlos Alemany Briz, sj.

(Valencia, 3.04.2015)




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