Religión en Libertad

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Todo seglar, por su consagración bautismal, está llamado a ser un perfecto cristiano. Es la perfección de la santidad que se realiza en todos los estados de vida cristiano.

Lejos de tratarse de una vocación o de un estado de poca importancia, capaz de contentarse sólo con unos mínimos indispensables, la vocación del seglar es vocación a la santidad en el mundo, en la sociedad, en el ámbito ordinario de la vida (familia-matrimonio, trabajo, cultura, política, economía, arte...). Ahí realiza su vocación y así se demuestra lo que es ser cristiano. La llamada, el recordatorio, la catequesis de hoy, quiere dejar fijada en la conciencia una sencilla verdad que, siendo así de sencilla, a veces se puede difuminar: todo seglar debe ser un perfecto cristiano. Así se muestra el potencial encerrado en los Sacramentos de la iniciación cristiana: un perfecto cristiano, es decir, un profeta en el mundo, un testigo, un sacerdote, un apóstol, un orante, un obrero de la viña del Señor por la consagración del bautismo. Lo vivirá en el mundo, en el ámbito cotidiano. Ahí está el lugar y la materia de su santificación.

Páginas admirables, y poco descubiertas o poco asimiladas, del Concilio Vaticano II, han despertado las fuerzas del laicado con la conciencia de su dignidad, vocación y misión. A ellas hay que volver, estudiarlas, trabajarlas:

Efectivamente, recordemos las palabras del Concilio Vaticano II describiendo la acción apostólica del laicado, que nace de su misma naturaleza bautismal:

Esta catequesis fundamental sobre la naturaleza del laicado, breve en sus expresiones pero amplia en sus consecuencias, deberá permitirnos reconocer no sólo la vocación a la santidad, sino la naturaleza misma de la vocación laical, su consagración y su apostolado, dejando de conformarse sólo con unos mínimos o viviendo pasivamente, ociosamente o reduciendo la acción laical a unas pequeñas tareas intraeclesiales, clericalizándose, ya que ésta ha sido una gran tentación, "la tendencia a la «clericalización» de los fieles laicos" (Juan Pablo II, Christifideles laici, 23). Es momento de ofrecer grandes perspectivas y señalar horizontes más amplios. La doctrina de la Iglesia es clara a este respecto. "La nueva evangelización se hará sobre todo por los laicos, o no se hará” (CEE, Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo, n. 148)

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