Religión en Libertad

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Porque eso es lo que somos: pecadores, y sin embargo y a la vez, miembros de la Iglesia que es santa. He aquí la paradoja, que diría De Lubac; he aquí el carácter "trágico", que diría Guardini.

Somos pecadores y miembros de la Iglesia, pero ésta es Santa en sí misma participando de la santidad de su Cabeza, Jesucristo, y administrando todos los medios de la santificación, como fiel dispensadora de la Gracia. El carácter humano junto al divino en la Iglesia es piedra de toque y escándalo para muchos. Vista desde fuera, y sin entrar nunca en ella, la Iglesia muestra su faz humana, la que componemos cada uno de nosotros, y se muestra un rostro tal vez desagradable y poco atrayente: se ven sólo nuestros pecados, los de sus miembros, que distorsionan a quien mire a la Iglesia con una mirada superficial o exterior. Hay que superar eso y dar un paso más: descubrir su verdad, su núcleo esencial, su santidad participada. Nosotros mismos, miembros de la Iglesia, a veces tropezamos con el escándalo que nos provocan, no los 'pecados' de la Iglesia, sino los de sus miembros, olvidándonos de la naturaleza espiritual (sobrenatural) de la Iglesia misma.


Seguiremos más adelante con este punto, piedra de toque para comprender la verdad y el misterio de la Iglesia.

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