Incidencia social de la evangelización
La evangelización, una realidad fundamental propia del ser-Iglesia, tiende a anunciar a Jesucristo y su llamada a la conversión y al seguimiento en todas partes, en todos los ámbitos posibles. Reducir evangelización a una sala de catequesis para la infancia, pensando que con eso es suficiente, es un signo de ceguera ante la secularización.
La evangelización penetra y fecunda todas las realidades humanas, también las realidades temporales y sociales, para que el espíritu de Cristo lo impregne todo, lo salve todo purificándolo. Hay ámbitos que son propios para la acción directa del laicado a la hora de evangelizar: la política, la economía, la cultura, el arte, los medios de comunicación, la enseñanza... Es la vida social, que sin Cristo, se vuelve contra el hombre y la vida misma, pero que, transformados en Cristo, hacen una sociedad verdaderamente humana, que responde a su fin, al bien, a la belleza, a la verdad. El campo de la cultura y de la vida social es el desierto, el páramo, al que irán destinados seglares que, con sólida preparación doctrinal y rica experiencia de Cristo en la liturgia y en la oración, proceden a dar testimonio cristiano, mostrar la razonabilidad de la fe y trabajar a fondo. Es decir, la nueva evangelización se hará si hay una presencia e influencia de los católicos en la vida pública, sin reduccionismo, sin encerrarse en las sacristías, sin una fe hecha sentimiento/sentimentalismo, sino enviados al mundo y a la cultura. El ámbito del laicado católico realiza su vocación seglar en el mundo, en las realidades del mundo.
Despertar la conciencia del laicado católico es una exigencia clara en estos tiempos. Como un movimiento de sístole y diástole, el laicado se concentra en la Iglesia, recibe la gracia de los sacramentos, la enseñanza de la fe y la comunión con los hermanos, y luego sale impulsado al mundo, al que comunicará vida verdadera y abundante. Hoy se necesitan católicos, con esas cualidades, con clarísima identidad católica, en la política, en la cultura, en la economía, en la enseñanza, en los medios de comunicación, etc., etc... desarrollando su propia vocación evangelizadora en la vida pública y social.