Santidad, cultura y razón (Palabras sobre la santidad - XIV)
En el mundo de la cultura, el mundo del pensamiento, de la investigación, de la Universidad, del arte..., el mundo de la razón y de la búsqueda de la Verdad, también los santos son necesarios.
Ellos pueden, por su vida interior llena de Dios, emplear la razón plena y absolutamente, sin las cortapisas de la ideología o de un pensamiento débil que desconfía de la razón y apoya el vitalismo del sentimiento. Ellos, los santos, por su experiencia de Dios, pueden buscar y mostrar la Verdad enfrentándose al nihilismo reinante y al relativismo que afirman que la Verdad no existe, que todo depende de las opciones personales de cada uno y que no existe nada más allá de lo que vemos y sentimos. Éste es el pensamiento de la postmodernidad... que se infiltra en las aulas, en la tele, en el cine, en los debates, en los libros y novelas... En el mundo de la cultura y de la razón, allí son necesarios los santos, allí la verdadera santidad purifica y eleva la razón y genera una verdadera cultura a medida humana -y por tanto, abierta a lo sobrenatural-.
La santidad no es intimismo, cálida devoción privada que encerremos en el templo, sino un tenor de vida, un tono, una luz, que ilumina y da sonido verdadero a todo. Por eso la santidad sin refugiarse en cálidos refugios se expone a la intemperie del mundo para crear ámbitos nuevos, verdaderos, santos. Crea espacios para Dios. Por eso, en la Universidad, en la cultura, en los medios de comunicación, son necesarios los santos, los creyentes que con anhelo de santidad, entran en la masa del mundo para fermentarla. Los santos edifican el verdadero humanismo cristiano, que tanto tiene que ver con la cultura.
En la construcción de este verdadero y sanísimo humanismo cristiano, los hombres santos tienen mucho que decir y que hacer en la cultura de hoy. Son hombres santos los que podrán fecundar y hacer humana este cultura. Requerirá riesgo, trabajo, incomprensión, pero son apóstoles que crean aquello que corresponde a la verdad del corazón humano. Son los hombres santos los que generan cultura verdadera, crean el humanismo más auténtico, el humanismo cristiano, en la Universidad y el colegio, la prensa e Internet, el arte y el cine, etc.