Sentido de los milagros, según los Padres
Los milagros y curaciones que narran el evangelio, no son relatos míticos, sino reales, actuaciones concretas que hizo Jesús. Pero más que la curación de unos enfermos concretos, los milagros y curaciones son un signo del obrar divino de Jesús, un signo de su mesianidad, de que el Reino de Dios ha llegado.
La moderna teología y exégesis liberal niegan su carácter de verdad a las curaciones y milagros y las ven como símbolos liberadores de la opresión, de la opción por los pobres, negando su historicidad y su valor salvador. Pero la exégesis católica coincide con la lectura e interpretación que en su momento hicieron los Padres de la Iglesia. El sentido de los milagros va más allá de la materialidad de una curación. Adquieren un carácter de testimonio, de auto-revelación de Jesús.
Lo exterior curado era signo real de la curación más interior, la sanación del pecado, que a todos los hombres incumbe, a todos alcanza, por el sacrificio en la cruz del Redentor. Es algo más que la simple filantropía o asistencia social: Cristo apunta al verdadero y radical mal, la enfermedad del pecado que lleva a la muerte.