Religión en Libertad

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Es el Ungido por excelencia, Aquel en quien reposaba plenamente el Espíritu del Señor, ungido de modo invisible. Hasta tal punto que se le llama propiamente "Jesucristo", es decir", Jesús el Ungido.

Con el Espíritu Santo que lo ungió, Jesús lleva a cabo toda la obra de la redención, es vivificado en su santa Resurrección y glorificado. Entonces para nosotros, y para la Iglesia toda, se convierte en Señor del Espíritu, y su santísima Humanidad glorificada es la fuente del Espíritu para todos, haciéndonos así partícipes de su Unción, partícipes de su Espíritu Santo. "Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo" (Hch 10,38): así definió san Pedro a Jesús al anunciarlo a los hombres.

Nuestro Salvador recibe el Espíritu Santo para sí mismo en su humanidad y, a la vez, para poder comunicarlo y transmitirlo desde su santa Pascua. Es Ungido en cuanto hombre, sobre todo, por nosotros, en orden a nuestra santificación.

Cristo nos unge y con su Unción nos conforma a Él, nos configura con Él. El Espíritu Santo trabaja en nuestras almas el rostro de Cristo como divino Artista. Así seremos ungidos por el Ungido.

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