Religión en Libertad

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En todos los sacramentos se nos comunica el don del Espíritu Santo con su actuación específica, su gracia particular.

Cada sacramento, en su modalidad específica, nos permite participar de la Unción del mismo Cristo; su Humanidad glorificada es la fuente del Espíritu Santo para ungirnos a nosotros; de modo particular, visible, expresivo, en aquellos sacramentos en los que se emplean los óleos santos, por el valor de la unción sacramental:

El Espíritu Santo no es una fuerza alocada, impulsiva, al margen de la Iglesia y de la liturgia -como muchas veces se le presenta- sino que es precisamente la Iglesia el lugar donde florece y se da el Espíritu Santo y la liturgia sacramental es viva porque el Espíritu, presente en ella, se comunica por medio de los sacramentos. Sí, el Espíritu y toda gracia se nos dan por la liturgia. ¿Cuál es la acción del Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es un Don y una Gracia en el sacramento de la Unción de los enfermos. Es el Espíritu Consolador que se derrama sobre el enfermo mediante el óleo santo:

Recordemos cómo en el sacramento de la Unción de enfermos, el sacerdote impone las manos sobre la cabeza del enfermo, pausadamente, comunicando el Espíritu, y luego al ungirlo, recita esta fórmula sacramental que pone de relieve la actuación del Espíritu Santo:

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