Religión en Libertad

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Una vez más, e intentando ser exhaustivo con el Magisterio, un Mensaje de Benedicto XVI afronta el reto de la nueva evangelización, esta vez con un clarísimo tono personal. La preocupación por vincular fe y razón en diálogo, sin oposición ni enfrentamiento ni rivalidad, induce a Benedicto XVI a tratar los nuevos areópagos de cara a la evangelización.

Para esto hace falta amplitud de miras. Reducida nuestra mirada al ámbito del campanario, poco entenderíamos. Pensaríamos que evangelizar es hacer lo que siempre se ha hecho aquí y que lo demás o es absurdo o es una pérdida de tiempo. Sin embargo, esos nuevos areópagos que han surgido son los que fraguan una cultura y una mentalidad, un estilo de vivir, que llega de forma poderosa a todas partes, incluso al "campanario" más perdido y remoto. De la pastoral (y mentalidad) de "campanario" hemos de pasar a tener una visión más global y amplia de la acción evangelizadora. A lo mejor en una pequeña aldea la evangelización de una parroquia será más limitada, pero eso no justificaría que se desprecie o minusvalore otros campos de evangelización (cultura, universidad, internet).

A lo mejor estoy ya hablando de "areópagos" sin definirlo. Pongamos en claro el concepto. El Areópago de Atenas era el lugar de encuentro de filósofos y pensadores, donde iban, hablaban, exponían sus teorías, se entraba en diálogo. Allí acudió san Pablo con escaso éxito al hablar de la resurrección de la carne. Y ese es el método: surgen nuevos areópagos, lugares de encuentro, intercambio, difusión de ideas, y la Iglesia que evangeliza no puede sustraerse a esos ámbitos para encerrarse temerosa y reticente de todo.

Estos son los areópagos y por tanto los lugares donde también la Iglesia -en cada uno de sus miembros- debe hacerse presente.

Sorprende la decisión con que Benedicto afronta la situación: orientar la actividad misionera de la Iglesia "hacia estos centros neurálgicos de la sociedad del tercer milenio". La dispersión de fuerzas y en muchísimas ocasiones la cerrazón de una pastoral muy limitada a pequeñas cositas, reuniones y hacer lo de siempre, nos hacen perder la perspectiva. Hoy el lugar de la Iglesia son los nuevos areópagos. ¿Cuáles? Recordemos algunos: el mundo del pensamiento, la cultura, la Universidad, los medios de comunicación social, el cine, Internet.

Al estar en esos areópagos, lo haremos como Iglesia si mostramos el verdadero rostro de Cristo, siendo fieles a Él, con unidad eclesial. Quienes puedan, por profesión, vocación, capacidad, deberán estar en esos areópagos. Ahí se juega el futuro de la cultura, de la vida de esta sociedad. Ahí habremos de evangelizar. ¿O nos quedaremos tranquilos todos -hasta los más capaces que pueden rendir en otros ámbitos- encerrados en la sacristía para charlar y para reunirnos una y otra vez?

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