Religión en Libertad

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La santidad pasa por lo humano. Mejor, lo incluye y lo eleva. Es la Gracia plenificando lo humano sin destruirlo, sino purificándolo. Es la acción de Dios que cuenta realmente con nuestra humanidad. Por eso los santos son tan diversos entre sí, por sensibilidad, afectividad, inteligencia, carácter. Son estrellas distintas en el firmamento divino, y cada uno refleja de manera distinta la Luz del Sol, que es Cristo.

Se podría decir aún más: Dios quiere a cada santo tal cual es, y pone a su servicio los recursos humanos de cada cual para las tareas que mejor se adaptan a ellos. Nada es en serie para Dios: todas sus obras, todos sus santos, son originales, precisamente porque cuenta con la humanidad concreta de cada uno (temperamento, tendencias, aficiones...)


Es un sanísimo humanismo espiritual, humanismo cristiano. No es una ingenuidad, ni considerar al hombre perfecto, olvidando una realidad tan concreta como es el pecado original, el desorden consiguiente (concupiscencia) y los pecados personales, soñando con una bondad natural del hombre y un pleno estado de inocencia. No. El hombre tal cual es: pecador y a la vez redimido y amado por Cristo. Pero siempre con la convicción de que la gracia o la acción de Dios en nosotros no destruye nuestra humanidad, sino que la eleva a un nivel superior, transformándola.

Oremos unos por otros: oremos para que cultivemos este "humanum" y que rinda para Gloria de Dios; oremos unos por otros para que toda nuestra humanidad se ponga al servicio del Señor, sin desfallecer:

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