Religión en Libertad

Creado:

Actualizado:

xml.err

La conversión es un instante decisivo donde se ve la evidencia de Dios en la propia vida y al reconocerlo se entrega uno a Él como lo más cierto y verdadero que puede hacer en la vida. Es la fascinación del descubrimiento: "¡¡estabas ahí y no te veía!!" Pero ese reconocimiento que lleva a la entrega sin resistencias, y que marca para siempre la vida, ha estado precedido por toques de atención del Señor, pequeños hitos, jalones, que fueron rompiendo la cerrazón y la ceguera, suscitando un deseo de búsqueda que al principio fue imperceptible y luego irresistible.

Dios llama trabajando con un pequeño cincel pero de manera constante, a golpes cortos, va esculpiendo y haciendo saltar las lascas de lo que sobra. Unas veces es una insatisfacción intelectual de quien no alcanza la Verdad y lo desea; otras veces es la sed interior, el deseo de una Presencia que llene el corazón inquieto; en ocasiones, una lectura, un libro, que rompe los esquemas hechos y crea interrogantes; el testimonio de personas profundamente creyentes, o la vida misma de la Iglesia descubierta en su verdad, son otros diversos momentos que Dios puede emplear para llamar a la conversión.

Y, en el fondo, lo que estamos describiendo fueron los elementos que Dios entretejió en la experiencia de Edith Stein hasta su conversión y la ruptura de todo lo que la retenía y caminar libre hacia Dios en el Carmelo descalzo y en el martirio. Dios se ganó así a Edith, y nosotros también salimos beneficiados con la santidad de Teresa Benedicta de la Cruz (¡lástima que sea poco conocida, poco leída!). Los elementos de su conversión los describió ella misma. En una carta a su amigo, el filósofo Roman Ingarden, le dice:

Y en la carta del 20-noviembre1927 sigue mostrándose Edith:

Buen y claro testimonio el de Edith. Hoy en su día natalicio para la vida eterna, ella nos acompañe.

Suscríbete

y recibe nuestras noticias directamente