La comunión con las dos especies
"Tomad y bebed todos de él..." Así fue el mandato del Señor al instituir el Sacrificio eucarístico. Tanto su Cuerpo como su Sangre son ofrecidas por el Señor para ser recibidas "todos" en comunión.
¿O acaso dijo sobre el pan "Tomad y comed todos de él" y sobre el cáliz dijo: "tomad pero no bebáis todos de él..."? La práctica de la Iglesia en su disciplina sacramental siempre distribuyó la santísima Eucaristía con las dos especies, la especie del Pan y la especie del Vino: durante siglos ofreciendo el diácono el cáliz al fiel que iba a comulgar para que bebiese reverentemente sólo un poco de la Sangre del Señor, casi mojarse los labios simplemente. De manera que primero recibían del obispo la Comunión con el Cuerpo del Señor y a continuación se llegaban al diácono que les ofrecía el cáliz con la Sangre de Cristo.
O también:
Más aún:
Así mismo, en Alejandría, explicaba san Cirilo:
O igualmente:
Habría muchos más textos patrísticos y fuentes litúrgicas que lo muestran: los fieles bebían del cáliz; cuando eran asambleas de fieles muy numerosas, de un gran cáliz, el único que se consagraba, se vertía la Sangre del Señor en otros cálices más pequeños con un poco de vino no consagrado: así se facilitaba la distribución de la comunión con el cáliz (Cf. Jungmann, El sacrificio de la Misa, pp. 1093-1096).
Todo esto en el rito romano fue desapareciendo para ir pasando poco a poco a comulgar únicamente con la especie de Pan, que de ser pan ázimo pasó a confeccionarse en forma de obleas, blancas, redondas, mucho más prácticas para la distribución de la Comunión y la supresión del cáliz. Sin embargo, los ritos litúrgicos orientales, tanto católicos como ortodoxos, siempre administraron la Comunión con las dos especies, de manera ininterrumpida hasta hoy, aunque adoptaron, muchos de ellos al menos, la costumbre de introducir todo el Pan consagrado en el cáliz, bien empapado en la Sangre del Señor, y distribuirlo con una cucharilla en la boca del fiel, mientras los diáconos extienden un paño rojo entre el cáliz y el fiel por si se derrama algo de la Preciosa Sangre.
Pero el mandato del Señor se sigue repitiendo: "tomad y bebed todos de él...", también para nosotros, católicos romanos. Sí, un mandato del mismo Señor. Es verdad que en cada especie eucarística está Cristo completo (cuerpo, sangre, alma, divinidad) y recibimos perfectamente al Señor si sólo comulgamos con la especie de Pan, con todas las gracias necesarias para nosotros. Lo definió el Concilio de Trento y lo recoge el Catecismo de la Iglesia Católica:
Pero, ¿fue esto lo que dijo Cristo: "comed todos de él... pero no bebáis todos de él"? ¿Es significativo, es expresivo que siempre y de manera exclusiva la Comunión se distribuya sólo bajo la especie de Pan? EL Misal romano recuerda la importancia y expresividad de poder recibir al Señor con las dos especies, el Pan y el Vino:
A los sacerdotes nos toca, según dice la Institutio del Misal, explicar bien la Comunión con la Sangre del Señor, su sentido y forma, el porqué:
Ha de procurarse la forma de distribución de la Sagrada Comunión que sea más decorosa y reverente. El número de fieles, tal vez, no permita que todos y cada uno beban directamente del cáliz, pero sí es factible, con el debido cuidado, distribuir la Sagrada Comunión, por intinción: es decir, mojando la forma consagrada en el cáliz y depositándola en la boca del fiel.
Hay muchos momentos y celebraciones a lo largo del año litúrgico en que la distribución de la Sangre de Cristo sería más que aconsejable, si no es un alto número de comulgantes, por ejemplo a lo largo de la cincuentena pascual. Si el sacerdote está solo -desgraciadamente solo-, sin acólitos instituidos, tal vez la solución práctica serían esos cálices-patenas, integrados en una sola pieza que, aunque no resulten demasiado bellos, sí son útiles para tal menester. A lo mejor un buen regalo para la comunidad -conventual, monástica, etc- o para la parroquia sería un cáliz-patena que algún fiel ofreciese. Desde luego la Comunión con las dos especies no significa: -que cada uno se acerque al altar y moje en el cáliz la Hostia consagrada autocomulgando (en lugar de recibirlo) -jamás la hostia consagrada y mojada en la Sangre del Señor se deposita en la mano del comulgante -tampoco se pasa el cáliz de uno al otro:
"Tomad y bebed TODOS de él..." Y san Pablo explicará:
Y
Por eso, la práctica sacramental de la Iglesia fue distribuir tanto el Cuerpo como la Sangre del Señor, obedeciendo al mandato de Cristo, santificando así a los fieles: